A fin de comprender esto mejor, visualicemos una línea imaginaria que una el centro de la Tierra y el centro del Sol. Mientras la Luna gira en torno de nuestro globo, su trayectoria está sobre un plano diferente, inclinado con relación al plano de la órbita de la Tierra. Por lo tanto, algunas veces está por encima del plano de la órbita terrestre, y otras veces por debajo del mismo cuando cada mes pasa entre nosotros y el Sol y cruza el plano de la órbita terrestre en que se encuentra la línea Tierra-Sol. Cuando ocasionalmente la Luna pasa directamente entre la Tierra y el Sol, de modo que su sombra se proyecta directamente sobre nuestro globo, los observadores que están dentro de esa sombra ven su disco negro que oscurece parte del Sol o la totalidad del mismo en un eclipse solar. La mayor parte de las veces, cuando no cruza la línea Tierra-Sol, no se oscurece el Sol, pero permanece invisible; por lo tanto, el momento exacto del cruce (llamado conjunción por los astrónomos) no puede observarse. El momento de la conjunción (la luna nueva astronómica) aparece en algunos almanaques y calendarios, simbolizado por un disco enteramente negro.
Pero no es común que la luna nueva se haga visible en la misma noche del día marcado "luna nueva" en el almanaque. Cuando la Luna entra en conjunción durante el día, está demasiado cerca de esa línea con el Sol como para verse esa misma noche después de la puesta del Sol. Sólo después de un intervalo -de aproximadamente un día y medio- se aleja aparentemente lo suficiente del Sol como para que se observe fácilmente la parte de su superficie iluminada con la forma que adopta en creciente. Cuando se hace visible la luna creciente, puede verse en una parte de la Tierra justamente después de la puesta del Sol; pero los observadores en otra parte del globo, más hacia el este, para quienes la Luna ya se habrá puesto, no podrán ver la luna nueva hasta la próxima noche. Por eso el mes lunar, comenzado al observar la luna nueva, algunas veces podía comenzar, por ejemplo, un día antes en Egipto o Jerusalén que en Babilonia.
El intervalo entre la conjunción y la luna creciente visible varía no sólo por la hora de la conjunción y el lugar de observación, sino también porque la velocidad de la Luna es variable. El movimiento angular aparente de la Luna, unido a los factores antes expuestos, puede alargar el tiempo en que se pueda observar la luna nueva, quizá hasta 2 ó 3 días. Además, las condiciones atmosféricas afectan la visibilidad, y en ciertas estaciones la luna nueva puede estar enteramente cubierta de nubes en la primera noche; por eso, un mes lunar de 29 días podría calcularse en 30 días y así el comienzo del nuevo mes se demoraría un día.