Puesto que las fechas de muchos de estos papiros pueden fijarse con una variación máxima de un día, en cada caso se conocen las fechas de todo ese mes con la misma precisión. Existe la posibilidad de la discrepancia de un día, o acaso dos, en la fecha exacta de los otros meses de ese año, si el comienzo del mes dependía aún de la observación de la Luna. El tiempo de la luna nueva astronómica, es decir de su conjunción, puede calcularse en base a tablas lunares modernas para cada uno de estos meses, pero varía el intervalo entre la conjunción invisible y la luna nueva visible. Si deseamos ubicar las fechas de los antiguos meses judíos, podemos computar por tablas astronómicas el momento de la conjunción en cualquier año de la antigüedad, y calcular el primer día del nuevo mes tomando en cuenta la hora de la conjunción, según la hora de Jerusalén y la velocidad angular de la Luna. Pero nunca podemos estar seguros de haber logrado reconstruir con precisión ese antiguo año calendario según se empleaba entonces, porque no podemos estar seguros de conocer todos los factores variables en la observación de la creciente, ni tampoco sabremos si durante el período comprendido por los papiros arameos de Elefantina se computaba el año por cálculo o por observación.
R.A. Parker y W. H. Dubberstein¹ han reconstruido un bosquejo de la cronología babilónica, comenzando en 626 AC. En esa monografía han publicado tablas babilónicas de calendario que abarcan varios siglos, basadas en ciertas fechas fijas y ciertos registros documentales de la intercalación del 13er. mes, y reforzadas por fechas computadas. Estas tablas son muy útiles como aproximación. Los autores admiten que no existe total certeza en cuanto a la ubicación del 13er. mes intercalado, lo que permite un error de un día de más o de menos en algunos de los meses. Esta sería una aproximación aceptable para la reconstrucción de un antiguo calendario lunar.
Ya que hay tantos elementos variables implicados en la ubicación del primer día del mes, la de los días restantes de cada mes tiene la misma inseguridad. En consecuencia, la luna llena (que puede ubicarse exactamente por cómputo astronómico) no siempre ocurre en el mismo día del mes lunar. En el período de estos papiros variaba entre el día 13 y el 15 del mes.
Aun en los casos en que un antiguo documento fije, sin lugar a dudas, una fecha lunar o una serie de fechas, no puede reconstruirse el calendario más allá de ese mismo año sin que exista la posibilidad de errar por un mes, a menos que se conozca la ubicación del 13er. mes. No fue sino en el siglo IV AC cuando los babilonios regularizaron la intercalación de los 7 meses adicionales dentro del ciclo de 19 años. No sabemos si los judíos siempre intercalaron el mes a intervalos regulares.
Sin embargo, cuando existen antiguos documentos, podemos tener relativa certeza. Si tenemos tablillas babilónicas que nos indican que determinado año tuvo 13 meses, los meses del calendario de ese año babilónico pueden identificarse con razonable seguridad. Y si tenemos un sincronismo que identifique un día de un mes lunar dado con el día de un calendario conocido, como ocurre en el caso de los papiros de doble fecha de Egipto, pueden incluso conocerse los días de ese mes. Por esta razón, durante un buen período del siglo V AC puede reconstruirse con precisión aproximada el calendario judío usado por los autores de estos papiros. Tal calendario, ha sido reconstruido por Lynn H. Wood y Siegfried H. Horn, ² y muestra el primer día de cada mes judío del 472 al 400 AC.