EL DIOS QUE YO CONOZCO

5.01. Los judíos y el calendario babilónico

Cuando los judíos volvieron a Palestina tras el exilio babilónico, llevaron consigo en forma modificada los nombres babilónicos de los meses. Por ejemplo, Abib se tornó Nisán, de Nisanu, primer mes del año babilónico. Algunos especialistas piensan que sólo después del exilio los hebreos comenzaron a intercalar un segundo Adar -el 13er. mes- para corregir el calendario. Pero la pascua debía sincronizarse con la cosecha de la cebada. Por lo tanto, desde los tiempos más remotos debe haberse usado un 13er. mes o su equivalente. Resulta claro que los israelitas no fueron fieles en la observancia de la ley levítica, pero no hay razón para suponer que nunca celebraron la pascua en el transcurso de los siglos.

Algunos piensan que los exiliados hebreos adoptaron directamente el calendario babilónico, incluyendo su ciclo de 19 años, y su sistema exacto de intercalar meses adicionales. Hay pruebas documentales de que después del cautiverio los judíos usaron el equivalente del ciclo de 19 años, es decir, la intercalación de 7 meses adicionales en 19 años; pero no hay prueba de que hubieran adoptado la costumbre babilónico de intercalar un segundo Elul (el 6.º mes) algunas veces en lugar de un 2.º Adar. Los eruditos judíos siempre han sostenido que sólo se usó el segundo Adar. Otros eruditos concuerdan en que en esto se diferenciaron de los babilonios. Quizá la razón de ello fue que la repetición del 6.º mes, Elul, en vez del 12.º, Adar, hubiera introducido un intervalo irregular entre las fiestas de primavera y otoño, causando así confusión en la asistencia de los judíos a sus fiestas otoñales.

La Biblia no da ninguna evidencia directa sobre esto, pero la orden de observar la pascua en el 1er "mes", el "mes de las espigas", y de observar 3 fiestas en el 7.º mes, es un poderoso argumento de que las fiestas de otoño debían realizarse 6 meses después del mes de las espigas, y de que no hubo irregularidad en el lapso de Nisán a Tishri.

En realidad, no tendría sentido un segundo Elul dentro del calendario hebreo, porque la necesidad de intercalar un 13er. mes sólo surgía de la exigencia de que Nisán concordara con la cosecha de la cebada. Esto podía lograrse mejor intercalando un segundo Adar, justamente antes de Nisán. No habría sido ventajoso el ubicar el mes adicional 6 meses antes si con esta anticipación se hubiese podido predecir la necesidad de hacerlo, y hubiera tenido la desventaja de interrumpir la sucesión normal de los meses de fiesta.

4.08. El año de 360 días no es literal sino simbólico

Puesto que da lugar a equívocos, debe explicarse que la Biblia no da ninguna indicación de que el año profético* de 12 meses de 30 días hubiese tenido relación alguna con el año calendario hebreo.

Existen algunas pocas antiguas tradiciones que dicen que antes el año tenía 360 días. No queda claro si esto es meramente un reflejo del año solar egipcio, descontando los 5 días adicionales al final, o si se refiere a un auténtico año de 360 días que no armonizó nunca ni con la Luna ni con las estaciones. Pero no hay hechos sólidos sobre los cuales basar tal método de cómputo, y de ninguna manera se lo puede atribuir a los hebreos, quienes siempre parecen haber relacionado el mes con la luna nueva.

La mención de un período de 150 días durante el diluvio, que parece haber correspondido con 5 meses, no significa necesariamente que el calendario antediluviano conocido por Noé tuviese meses uniformes de 30 días cada uno.

También se ha interpretado que el período indica un año lunar desacostumbrado o un año solar de 365 días (ver La cronología del diluvio). Sea como fuere, nada tiene que ver con el calendario lunar usado mucho después por los hebreos.


Es imposible hacer armonizar un año de 360 días y meses de 30 días con los meses medidos por la Luna. Por la misma naturaleza del caso, un año o un mes profético, donde está implicado el principio de día por año, debe contener un número fijo de días simbólicos si se ha de conocer la duración del período. Un período profético tal no puede basarse en un calendario lunar cuyos meses y años son variables. Puede entenderse un cómputo de meses teóricos de 30 días cada uno, y a la verdad esto resulta lógico, pues en tiempos posteriores las expresiones judías implican que el mes debía tener 30 días.

Los judíos hablaban de dos tipos de meses: el "completo", de 30 días, y el "hueco", o deficiente, de 29 días. Es posible, aunque de ello no hay evidencia, que los hebreos hubieran usado para el comercio un mes teórico de 30 días, como lo hicieron los babilonios. Aún hoy calculamos los intereses de una suma de dinero como si los meses tuviesen todos 30 días, aunque ya se sabe que no todos los tienen.
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* No se da directamente en la Biblia la duración del año ni del mes proféticos, pero ello puede deducirse de varios períodos proféticos que son equivalentes. Ya que en estas profecías 3 1/2 tiempos corresponden con 1260 días (Apocalipsis 12: 6, 14), y 42 meses son también 1260 días (Apocalipsis 11: 2, 3), deben ser períodos de igual duración. Puesto que los 42 meses son 3 1/2 años, los 3 1/2 tiempos deben ser también 3 1/2 años. Además, ya que los 3 1/2 años y los 42 meses equivalen a 1260 días, es evidente que un año de este tipo tiene 360 días, y un mes, 30. Muchos de los que escribieron sobre profecía, en el siglo XIX, creyeron que el año profético de 360 días era el año calendario judío, pero no entendían la naturaleza del calendario lunar usado por los hebreos. No deberían citarse tales afirmaciones anticuadas. El mes y el año proféticos se basan en la Biblia misma.