Para el hebreo el día comenzaba al atardecer, como se ve claramente por la regla de que el día 10.º del 7.º mes debía comenzar con la puesta del sol del día 9.º :
"Día de reposo será a vosotros, y afligiréis vuestras almas, comenzando a los nueve días del mes en la tarde; de tarde a tarde guardaréis vuestro reposo" (Levítico 23:32).
La terminación del día al ponerse el sol queda demostrada por las directivas para la purificación. El que estuviese ceremonialmente impuro durante 7 días, cumplía ciertas ceremonias purificadoras el día 7.º, y quedaba limpio nuevamente "a la noche":
"Y cualquiera que tocare algún muerto a espada sobre la faz del campo, o algún cadáver, o hueso humano, o sepulcro, siete días será inmundo... Y el limpio rociará sobre el inmundo al tercero y al séptimo día; y cuando lo haya purificado al día séptimo, él lavará luego sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y será limpio a la noche" Números 19: 16, 19).
Del que estaba inmundo hasta la noche se dice que quedaba limpio "cuando el sol se pusiere":
"La persona que lo tocare será inmunda hasta la noche, y no comerá de las cosas sagradas antes que haya lavado su cuerpo con agua. Cuando el sol se pusiere, será limpio; y después podrá comer las cosas sagradas, porque su alimento es" (Levítico 22: 6, 7).
Entonces, es obvio que si el 7.º día de un período acaba a la puesta del sol, todos los días del período deben también terminar a la puesta del sol.