La semana había sido divinamente señalada, aun antes de darse la ley, por la doble porción de maná que caía en el 6.º día y la ausencia del mismo en el 7.º (Éxodo 16).
Este fue el único elemento del calendario conservado en el Decálogo, porque el sábado tiene aspectos morales que no están relacionados con fecha y calendarios.
Es una señal de lealtad al Creador, y le fue revelado a Israel como parte de la ley moral y como un símbolo de santificación (Éxodo 31:13) no sólo como señal del poder creador de Dios sino también de su poder de crear de nuevo.
Por lo tanto, la semana es independiente de todos los calendarios. No tiene el propósito de computar fechas. El sábado no depende de ningún año ni mes del calendario.