

El calendario judío y las variantes sectarias del período intertestamentario y de la era cristiana, no interesan a los efectos de nuestro estudio. Pero en la Mishnah, y después en la Gemara, escritas en los primeros siglos de la era cristiana, encontramos unas pocas informaciones en cuanto al calendario judío hacia fines del siglo II DC y en épocas posteriores, mayormente en la forma de tradiciones relacionadas con costumbres anteriores.
En la Mishnah se encuentra la narración del examen de testigos ante el Sanedrín para determinar la aparición de la luna nueva y el anuncio del nuevo mes mediante señales de fuego.
Las preguntas que se hacían en cuanto a la forma exacta de la luna nueva parecen indicar que no se tomaba en cuenta la primera creciente apenas visible, sino la fase posterior (en forma de "cuerno"), lo cual sugiere que pudo haberse computado un intervalo mayor entre conjunción y creciente.
Según otras preguntas, parece que los examinadores no buscaban tanto información como confirmación de conocimientos ya obtenidos mediante cálculos. Ciertamente los rabinos indican que aún se seguía el procedimiento de observar detenidamente la luna nueva mucho después de haberse conocido los principios científicos que posibilitaban el cálculo de la luna nueva.
En los argumentos talmúdicos, muchos de los cuales indudablemente datan hasta del siglo V DC, se aplican erróneamente conceptos posteriores a tiempos anteriores; por lo tanto, deben emplearse con cautela estas enseñanzas tradicionales contradictorias.
Por ejemplo, la suposición de que el 16 de Nisán casi podía haber coincidido con el equinoccio de primavera, se opone a las realidades de la cosecha de la cebada y a la evidencia de los documentos del período postexílico. Las referencias tradicionales a la luna llena de pascua pueden indicar esfuerzos hechos para estabilizar el mes en relación con la luna llena, al menos en Nisán, aunque los papiros del siglo V AC no insinúan siquiera esto.
Es muy probable que en el período del segundo templo los meses se hubieran regulado, al menos en parte, mediante elementos ajenos a la simple observación de mes en mes, pero por las fuentes que ahora poseemos no se puede estar seguro de cuándo habrá comenzado tal cómputo y hasta qué punto fue usado.
Finalmente, después de la destrucción de Jerusalén por los romanos, y la dispersión y persecución de los judíos bajo emperadores posteriores, tuvo que abandonarse la práctica de regular el calendario desde Jerusalén. Se adoptó entonces un esquema arbitrario, a fin de que los judíos de todos los países pudiesen computar las fechas de las fiestas sagradas de un modo uniforme. Desde entonces los judíos en Babilonia o en cualquier otro lugar pudieron regular el calendario por medios artificiales, independientemente de la cosecha de la cebada en Judea o la aparición de la Luna en Jerusalén.
Una vez se pensó que el calendario hoy existente no había cambiado desde el siglo IV, pero ahora la mayor parte de las autoridades en la materia creen que la reforma fue un proceso gradual, ocurrido en el transcurso de varios siglos, la cual incorporó antiguas tradiciones y posteriores perfeccionamientos.
Algunas de las disputas medievales entre los rabinos que abogaban por un calendario fijo y los caraítas que procuraban mantener la regla de la observación y de la cosecha de la cebada, indican que se mantenía aún vivo el problema del calendario. La sucesión que ahora usa el calendario judío, con 7 años de 13 meses en cada ciclo de 19 años y la numeración de los años a partir de una supuesta era de la creación,¹ no fue adoptada por los judíos hasta la Edad Media.
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¹ Los años 3º, 6º, 8º, 11º, 14º, 17º y 19º de cada ciclo, contados a partir de un comienzo teórico en 3761 AC.
Un estudio de esta tabulación y de los 14 papiros de doble fecha, en los cuales se basa (ver 6.01, 6.02, 6.03), deja en claro las siguientes características del calendario judío postexílico:
1. Estos judíos fechaban según su propio calendario, en forma ligeramente distinta del sistema babilónico.
2. A diferencia de los persas, pero igual que los judíos repatriados en Jerusalén (Nehemías 1: 1; 2: 1; ver: El año postexílico en la Biblia), computaban los años de reinado del rey a partir del otoño y no de la primavera.
3. A diferencia de los egipcios, pero siguiendo la antigua costumbre de Judá consideraban como "año de ascención" (ver Método de cómputo con año de ascensión) el intervalo entre la ascensión al trono del nuevo rey y del siguiente día de año nuevo, después de lo cual comenzaba el "año primero" del reinado.
4. Habían adoptado, con ortografía aramea, los nombres babilónicos de los meses. Aparecen los 12 en estos papiros.
5. Aunque no se menciona un segundo mes de Adar, los intervalos entre las fechas de ciertos papiros indican el uso de un 13er. mes en diversos momentos.
6. Si no conocían un ciclo fijo de 19 años como tal, evidentemente usaban su equivalente, pues los intervalos entre estos papiros de doble fecha implican un promedio de 7 años de 13 meses en cada ciclo de 19 años.
7. Es probable que estos años judíos de 13 meses cayeran con frecuencia en los mismos años que en Babilonia tenían 13 meses. En la tabulación de Horn y Wood se intercalan los mismos meses que aparecen intercalados en las tablas de Parker y Dubberstein (Babylonian Chronology, edición de 1956), salvo pocas excepciones, como cuando los babilonios intercalaban un segundo Elul en vez de un segundo Adar en el año 17.º de su ciclo, como lo hicieron regularmente -y en tiempos posteriores, invariablemente- después de que el ciclo babilónico quedó fijo.
8. Estos judíos no parecen haber usado el segundo Elul. De tres papiros fechados en los años 17.º del ciclo, cuando esperaríamos encontrarlo, dos no prueban esa costumbre, y uno prueba definitivamente que en ese año no computaron un segundo Elul.
9. Por el momento, la evidencia de que el calendario se hubiera basado en cálculos y no en la observación de la Luna, no es del todo concluyente, pues la relación entre las fechas del calendario y la Luna se ha interpretado de las dos maneras por causa de los factores variables. Pero hay indicaciones de que era calculado hasta cierto punto.
10. Aunque no hay una prueba concluyente de que se hubiese calculado la duración de los meses en este período (No. 9), es interesante notar que una posible sucesión fija de meses de 30 y de 29 días desde Nisán hasta Tishri -lo que daría por resultado un número fijo de días entre la pascua y la fiesta de los tabernáculos- concuerda con las fechas de estos papiros. Un calendario reconstruido basado en esta sucesión concuerda razonablemente con los movimientos reales de la Luna.
11. Hasta donde pueda verse por estos papiros, parece que no se hubiera permitido que el 1º de Nisán tuviese lugar antes del equinoccio de primavera.¹ Es decir, que si el mes después de Adar comenzaba antes del equinoccio, se lo consideraba 2º Adar, y se postergaba Nisán hasta el mes siguiente. (Esto contradice la opinión posterior de los rabinos que afirmaron que en el período postexílico la pascua ocurría en la primera luna llena después del equinoccio de primavera.)
12. No hay indicaciones de la costumbre de reajustar la duración del año para evitar que la pascua y otras fiestas cayesen en ciertos días de la semana, como se hizo en una revisión del calendario efectuada mucho después del tiempo de Cristo.
Los colonos judíos de Egipto que escribieron estos papiros tenían relaciones con sus hermanos repatriados en Palestina, pero no sabemos si esa relación era suficiente como para permitirles mantener la exacta sincronización de la intercalación del 13er. mes con la práctica seguida en Jerusalén.²
Es notable que estos papiros de doble fecha, que no podrían haberse conservado en Jerusalén, pero que se han preservado en el clima más seco de una lejana colonia judía en Egipto, hayan surgido ahora para darnos una idea del calendario postexílico en uso.
Estos documentos muestran que los judíos
(1) retenían su propia manera de computar el tiempo, independientemente de sus vecinos egipcios; y que
(2) usaban un sistema diferente del sistema babilónico que empleaban sus gobernantes persas, el cual muchos eruditos suponían que habrían adoptado. Tampoco estos judíos parecen conocer nada de ciertas reglas que se les atribuyen en las tradiciones posteriores de la Mishnah y la Gemara, en los primeros siglos de la era cristiana.
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¹ A menos que se acepte la divergencia mencionada en la nota 2.
² Cierta prueba, no concluyente, ha inducido a algunos eruditos a pensar que en un período los colonos no hicieron el reajuste debido: que por intercalar un número suficiente de meses adicionales permitieron que su calendario se apartase del ciclo normal de 19 años, lo que dio como resultado el comienzo del año en una fecha muy adelantada y que entonces, por causa de una relación más estrecha con el judaismo que resurgía en Palestina, corrigieron el error intercalando el 13er. mes con más frecuencia. Facilmente podría haber ocurrido esto, pero la evidencia se basa en fechas dobles no concluyentes o discutidas. Si esto hubiera ocurrido, sería interesante conocer la causa. Posiblemente se hubiera debido a que en el sur de Egipto, la cosecha de cebada, más precoz que en Palestina, no podía servir de guía.
Cuando Ciro el persa conquistó Babilonia, no la incorporó a Persia bajo un gobierno provincial. Anexó el reino a su primer dominio y tomó el título de rey de Babilonia, además de su título como rey de Media y de Persia.
En Babilonia, los persas adoptaron el idioma y la cultura del país como también el calendario babilónico. Los sacerdotes babilonios, custodios del conocimiento astronómico acumulado a través de los siglos, y del sistema del calendario, prosperaron bajo la protección persa e hicieron nuevos progresos en la regulación del calendario.
De la misma manera, cuando Cambises, hijo de Ciro, anexó Egipto al Imperio Persa, dispuso que continuara el sistema de gobierno egipcio, pero se hizo coronar rey de Egipto. Entonces gobernó el país por medio de un gobernador que era nominalmente el virrey del "faraón" persa. Se retuvieron el sistema legal del país y el calendario egipcio.
En épocas posteriores, los romanos siguieron la misma política de permitir el uso de varios calendarios locales más antiguos en las provincias orientales, aunque finalmente en todo el imperio se ajustaron esos calendarios para que coincidieran con el año juliano de 365 días y 1/4 ; se conservaron los nombres habituales de los meses, pero se ajustó la duración de los mismos para que coincidiera con los meses romanos de 30 y 31 días.
Parece que bajo el gobierno persa en Egipto se preparaban los documentos de acuerdo con las leyes locales, y se los fechaba según el calendario del lugar.
Los papiros de Elefantina, con pocas excepciones, llevan la fecha del día y del mes egipcios, y el año de reinado del rey persa computado según el calendario solar egipcio (comenzado a partir del mes de Thoth). Esto era razonable, pues no se podía esperar que dos ciudadanos comunes que firmasen un contrato en Egipto pudiesen saber cuándo debían realizar el pago o cuándo vencería un contrato, si se daban las fechas de acuerdo con un calendario extranjero.
Pero los documentos en cuestión -los papiros de Elefantina- fueron redactados por judíos que vivían en una comunidad judía y que usaban su propio calendario, diferente del de Egipto. Por lo tanto, muchos de estos papiros llevan fecha doble, no sólo según el calendario oficial egipcio, sino también según el calendario judío.
Por ejemplo, uno de ellos está fechado "en el día 18 de Elul, es decir el día 28 de Pajons, año 15 del rey Jerjes". Esto significa que el documento fue firmado en un día que era el 18 del mes lunar judío de Elul y también el 28 del mes egipcio Pajons, en el año 15 del rey persa Jerjes.
Otro dice: "En el 24 de Sebat, año 13, que es el día 9 de Athyr, año 14 de Darío [II] el rey ". Aquí se dan dos años. En el calendario judío la fecha caía en el año 13, pero en el calendario egipcio ya había comenzado otro año. Por lo tanto, la misma fecha caía en el año 13 de Darío II, según el cómputo judío, y en el año 14 del mismo rey, según el cómputo egipcio.
Estas fechas dobles muestran que los diversos pueblos del Imperio Persa usaron sus propios calendarios, aunque bajo este imperio los egipcios retuvieron -como siempre lo habían hecho- su calendario solar de 365 días, (calendario que finalmente legaron a Roma, y por medio de ésta, a nosotros).
Además, los judíos como minoría en Egipto, tenían libertad para usar su propio calendario, aunque fuese diferente del egipcio. La fecha legal de estos documentos parece haber sido la egipcia, porque cuando aparece una sola fecha es generalmente la egipcia, en la cual se computa el año de reinado según el calendario egipcio. Sin embargo, muchos de estos papiros llevaban fecha doble, tanto la egipcia como la judía.
El documento mencionado al final de la entrada anterior, es uno de más de 100, escritos sobre papiros en arameo. Fueron hallados en la isla de Elefantina, en el río Nilo, en las ruinas de una guarnición fronteriza colonizada por mercenarios judíos y sus familias.
Estos papiros arameos de Elefantina (a veces llamados erróneamente papiros de Asuán) forman una de las colecciones de documentos antiguos más interesantes. Hay testamentos, títulos de propiedad, contratos, cartas y otros documentos del siglo V AC, el siglo de Esdras y Nehemías.
Entre estos documentos, además de aludirse a los asuntos públicos y particulares de los judíos residentes en la isla, también hay mención de temas tan interesantes como los judíos en Palestina, la pascua, un funcionario mencionado en la Biblia, y un templo judío construido en Elefantina por los colonos.
Estos papiros, algunos de los cuales aún estaban enrollados y con su sello, nos muestran la forma exacta del idioma que hablaban los judíos después del exilio: el arameo, muy similar al hebreo, que se usaba internacionalmente en Babilonia y en todo el Imperio Persa. También nos revelan la ortografía y la caligrafía, la tinta y el "papel" que se empleaban cuando los exiliados regresaron a Palestina. Contienen la fraseología legal de un decreto similar a los que se citan de los archivos persas en el libro de Esdras: los mismos pasajes arameos del libro de Esdras que algunos críticos citaban como pruebas de que dicho libro, según ellos, no era auténtico.
Los antiguos papiros de Elefantina hicieron surgir diferencias de opinión entre los eruditos, y hasta algunos los consideraron como falsificaciones por la forma insólita en que muchos de ellos llevan la fecha. Se trata de una fecha doble, expresada según dos calendarios diferentes, cuyos años de reinado algunas veces parecen no coincidir. Pero estas fechas dobles constituyen una excelente prueba de su autenticidad, porque sincronizan las fechas del calendario egipcio con las del judío, de manera que podemos calcular el día exacto cuando fueron escritas. Estas fechas confirman la cronología de los reinados de ese período según se computa en el Canon de Tolomeo.
Los colonos judíos de Elefantina habían estado en Egipto antes de que Cambises, sucesor de Ciro, conquistase al país y lo transformara en parte del Imperio Persa. No sabemos si llegaron como exiliados después de que Nabucodonosor destruyó a Jerusalén, como lo habían hecho los que se llevaron consigo al profeta Jeremías. Pero las referencias que en estos documentos se hacen a la religión revelan las mismas condiciones que Jeremías había deplorado: la mezcla de paganismo con el culto a Jehová. En el templo judío de Elefantina se adoraba a Jehová junto con las deidades paganas.
No sólo resultan interesantes las fechas y los contenidos de estos documentos judíos, sino que las fechas nos proporcionan información acerca del calendario judío del período.

Una de las características de las leyes hebreas era la orden de que descansara la tierra cada 7.º año.
Así como el 7.º día era el sábado semanal para el hombre, el 7.º año, al final de una "semana" de años, era el reposo sabático para la tierra, cuando no debía haber siembra ni siega (Levítico 25: 2-7, 20-22).
El 7.º año era también el "año de remisión" de deudas (Deuteronomio 15: 1-15).
Entonces, después de 7 "semanas" de años, el 50,º era el año de jubileo, cuando no sólo se debía liberar a todos los esclavos hebreos, sino que todas las tierras vendidas durante el período (con ciertas excepciones) debían volver a sus dueños originales o a sus herederos (Levítico 25: 8-17, 23-34, 47-55).
El propósito de esta medida era mantener intactas las herencias familiares, a fin de que los ricos nunca pudiesen comprar todas las tierras y dejar una clase social sin heredades. Los eruditos difieren en sus opiniones en cuanto a si el 50,º año se agregaba a los 49, o si mediante un cómputo inclusivo era también el 1er. año del ciclo siguiente.
Se dice específicamente que el 50.º año comenzaba en otoño. Aunque no se lo especifica, es evidente que el 7.º año era similar, no sólo porque estaba en la misma serie del 50.º, sino también porque un año en el cual no había siembra ni siega necesariamente debía coincidir con el año agrícola.
Se tocaban las trompetas para anunciar el jubileo en el día de la expiación, el 10 del 7º mes (Levítico 25: 9). Puesto que no hay ninguna relación lógica entre el año del jubileo y el ritual del día de la expiación es probable que los rabinos posteriores tuvieran razón al decir que estos años coincidían con el año del calendario civil que comenzaba el 1.º de Tishri.
Las órdenes especiales del jubileo, que comprendían la restauración de propiedades y esclavos, se hacían efectivas al final del día 10 de Tishri en lugar del 1.º, ya que los primeros 10 días del año estaban dedicados a los festejos de año nuevo. El jubileo se contaba desde cuando empezaban las ocupaciones regulares del año civil, en el día que comenzaba con el atardecer al final del día de expiación, el 10 de Tishri.
En Palestina y los países vecinos, el año agrícola siempre ha comenzado en otoño. Después de secarse el pasto de primavera y de haberse calcinado el suelo por el largo verano, las lluvias otoñales mojan la tierra para que se la pueda sembrar. Esta es la lluvia temprana, que comenzaba tal vez en octubre y aumentaba en noviembre. La época de las lluvias duraba todo el invierno, acabando con la "lluvia tardía" de primavera, que llevaba el grano a su maduración (ver Deuteronomio 11: 14; Jeremías 5: 24; Oseas 6: 3; Joel 2: 23).
La cosecha de cebada en Palestina comienza a mediados o fines de abril, y la de trigo en el mes siguiente, seguida por las frutas de verano, luego las uvas y aceitunas al final de verano y en otoño. Desde abril/mayo hasta octubre hay tiempo seco para realizar las diferentes cosechas. Las ínfimas lluvias registradas entre mayo y octubre indican que la escasa humedad representada por los promedios de lluvia caída hace que esos meses deban considerarse secos*.
El único calendario que nos llega del período preexílico de Israel es una placa de piedra del siglo en que vivió Salomón. Fue hallada en Gezer, ciudad que el rey de Egipto tomó de los cananeos y regaló a su hija, la esposa de Salomón.
Sobre este fragmento de piedra caliza se encuentra escrito el resumen de un calendario agrícola, que comienza en otoño. El "Calendario de Gezer" no da los nombres de los meses, pero enumera las principales actividades realizadas por el agricultor durante cada mes.
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*PROMEDIO DE LLUVIA CAÍDA EN JERUSALÉN, EN MM
Enero: 162,81 - Febrero: 128,27 - Marzo: 106.17 - Abril: 40,64 - Mayo: 6,35 - Junio: 0,20 - Julio: 0,00 - Agosto: 0,10 - Septiembre: 0,76 - Octubre: 9,40 - Noviembre: 60,45 - Diciembre: 140,46. Total anual: 655,61.