EL DIOS QUE YO CONOZCO

7.01. LOS MESES, LAS FIESTAS Y LAS ESTACIONES DE LOS HEBREOS

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7.00. Diferencias con el calendario rabínico posterior

El calendario judío y las variantes sectarias del período intertestamentario y de la era cristiana, no interesan a los efectos de nuestro estudio. Pero en la Mishnah, y después en la Gemara, escritas en los primeros siglos de la era cristiana, encontramos unas pocas informaciones en cuanto al calendario judío hacia fines del siglo II DC y en épocas posteriores, mayormente en la forma de tradiciones relacionadas con costumbres anteriores.

En la Mishnah se encuentra la narración del examen de testigos ante el Sanedrín para determinar la aparición de la luna nueva y el anuncio del nuevo mes mediante señales de fuego.

Las preguntas que se hacían en cuanto a la forma exacta de la luna nueva parecen indicar que no se tomaba en cuenta la primera creciente apenas visible, sino la fase posterior (en forma de "cuerno"), lo cual sugiere que pudo haberse computado un intervalo mayor entre conjunción y creciente.

Según otras preguntas, parece que los examinadores no buscaban tanto información como confirmación de conocimientos ya obtenidos mediante cálculos. Ciertamente los rabinos indican que aún se seguía el procedimiento de observar detenidamente la luna nueva mucho después de haberse conocido los principios científicos que posibilitaban el cálculo de la luna nueva.

En los argumentos talmúdicos, muchos de los cuales indudablemente datan hasta del siglo V DC, se aplican erróneamente conceptos posteriores a tiempos anteriores; por lo tanto, deben emplearse con cautela estas enseñanzas tradicionales contradictorias.

Por ejemplo, la suposición de que el 16 de Nisán casi podía haber coincidido con el equinoccio de primavera, se opone a las realidades de la cosecha de la cebada y a la evidencia de los documentos del período postexílico. Las referencias tradicionales a la luna llena de pascua pueden indicar esfuerzos hechos para estabilizar el mes en relación con la luna llena, al menos en Nisán, aunque los papiros del siglo V AC no insinúan siquiera esto.

Es muy probable que en el período del segundo templo los meses se hubieran regulado, al menos en parte, mediante elementos ajenos a la simple observación de mes en mes, pero por las fuentes que ahora poseemos no se puede estar seguro de cuándo habrá comenzado tal cómputo y hasta qué punto fue usado.

Finalmente, después de la destrucción de Jerusalén por los romanos, y la dispersión y persecución de los judíos bajo emperadores posteriores, tuvo que abandonarse la práctica de regular el calendario desde Jerusalén. Se adoptó entonces un esquema arbitrario, a fin de que los judíos de todos los países pudiesen computar las fechas de las fiestas sagradas de un modo uniforme. Desde entonces los judíos en Babilonia o en cualquier otro lugar pudieron regular el calendario por medios artificiales, independientemente de la cosecha de la cebada en Judea o la aparición de la Luna en Jerusalén.

Una vez se pensó que el calendario hoy existente no había cambiado desde el siglo IV, pero ahora la mayor parte de las autoridades en la materia creen que la reforma fue un proceso gradual, ocurrido en el transcurso de varios siglos, la cual incorporó antiguas tradiciones y posteriores perfeccionamientos.

Algunas de las disputas medievales entre los rabinos que abogaban por un calendario fijo y los caraítas que procuraban mantener la regla de la observación y de la cosecha de la cebada, indican que se mantenía aún vivo el problema del calendario. La sucesión que ahora usa el calendario judío, con 7 años de 13 meses en cada ciclo de 19 años y la numeración de los años a partir de una supuesta era de la creación,¹ no fue adoptada por los judíos hasta la Edad Media.

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¹ Los años 3º, 6º, 8º, 11º, 14º, 17º y 19º de cada ciclo, contados a partir de un comienzo teórico en 3761 AC.

6.04. Calendario Judío en Egipto

Un estudio de esta tabulación y de los 14 papiros de doble fecha, en los cuales se basa (ver 6.01, 6.02, 6.03), deja en claro las siguientes características del calendario judío postexílico:

1. Estos judíos fechaban según su propio calendario, en forma ligeramente distinta del sistema babilónico.

2. A diferencia de los persas, pero igual que los judíos repatriados en Jerusalén (Nehemías 1: 1; 2: 1; ver: El año postexílico en la Biblia), computaban los años de reinado del rey a partir del otoño y no de la primavera.

3. A diferencia de los egipcios, pero siguiendo la antigua costumbre de Judá consideraban como "año de ascención" (ver Método de cómputo con año de ascensión) el intervalo entre la ascensión al trono del nuevo rey y del siguiente día de año nuevo, después de lo cual comenzaba el "año primero" del reinado.

4. Habían adoptado, con ortografía aramea, los nombres babilónicos de los meses. Aparecen los 12 en estos papiros.

5. Aunque no se menciona un segundo mes de Adar, los intervalos entre las fechas de ciertos papiros indican el uso de un 13er. mes en diversos momentos.

6. Si no conocían un ciclo fijo de 19 años como tal, evidentemente usaban su equivalente, pues los intervalos entre estos papiros de doble fecha implican un promedio de 7 años de 13 meses en cada ciclo de 19 años.

7. Es probable que estos años judíos de 13 meses cayeran con frecuencia en los mismos años que en Babilonia tenían 13 meses. En la tabulación de Horn y Wood se intercalan los mismos meses que aparecen intercalados en las tablas de Parker y Dubberstein (Babylonian Chronology, edición de 1956), salvo pocas excepciones, como cuando los babilonios intercalaban un segundo Elul en vez de un segundo Adar en el año 17.º de su ciclo, como lo hicieron regularmente -y en tiempos posteriores, invariablemente- después de que el ciclo babilónico quedó fijo.

8. Estos judíos no parecen haber usado el segundo Elul. De tres papiros fechados en los años 17.º del ciclo, cuando esperaríamos encontrarlo, dos no prueban esa costumbre, y uno prueba definitivamente que en ese año no computaron un segundo Elul.

9. Por el momento, la evidencia de que el calendario se hubiera basado en cálculos y no en la observación de la Luna, no es del todo concluyente, pues la relación entre las fechas del calendario y la Luna se ha interpretado de las dos maneras por causa de los factores variables. Pero hay indicaciones de que era calculado hasta cierto punto.

10. Aunque no hay una prueba concluyente de que se hubiese calculado la duración de los meses en este período (No. 9), es interesante notar que una posible sucesión fija de meses de 30 y de 29 días desde Nisán hasta Tishri -lo que daría por resultado un número fijo de días entre la pascua y la fiesta de los tabernáculos- concuerda con las fechas de estos papiros. Un calendario reconstruido basado en esta sucesión concuerda razonablemente con los movimientos reales de la Luna.

11. Hasta donde pueda verse por estos papiros, parece que no se hubiera permitido que el 1º de Nisán tuviese lugar antes del equinoccio de primavera.¹ Es decir, que si el mes después de Adar comenzaba antes del equinoccio, se lo consideraba 2º Adar, y se postergaba Nisán hasta el mes siguiente. (Esto contradice la opinión posterior de los rabinos que afirmaron que en el período postexílico la pascua ocurría en la primera luna llena después del equinoccio de primavera.)

12. No hay indicaciones de la costumbre de reajustar la duración del año para evitar que la pascua y otras fiestas cayesen en ciertos días de la semana, como se hizo en una revisión del calendario efectuada mucho después del tiempo de Cristo.

Los colonos judíos de Egipto que escribieron estos papiros tenían relaciones con sus hermanos repatriados en Palestina, pero no sabemos si esa relación era suficiente como para permitirles mantener la exacta sincronización de la intercalación del 13er. mes con la práctica seguida en Jerusalén.²

Es notable que estos papiros de doble fecha, que no podrían haberse conservado en Jerusalén, pero que se han preservado en el clima más seco de una lejana colonia judía en Egipto, hayan surgido ahora para darnos una idea del calendario postexílico en uso.

Estos documentos muestran que los judíos

(1) retenían su propia manera de computar el tiempo, independientemente de sus vecinos egipcios; y que

(2) usaban un sistema diferente del sistema babilónico que empleaban sus gobernantes persas, el cual muchos eruditos suponían que habrían adoptado. Tampoco estos judíos parecen conocer nada de ciertas reglas que se les atribuyen en las tradiciones posteriores de la Mishnah y la Gemara, en los primeros siglos de la era cristiana.

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¹ A menos que se acepte la divergencia mencionada en la nota 2.

² Cierta prueba, no concluyente, ha inducido a algunos eruditos a pensar que en un período los colonos no hicieron el reajuste debido: que por intercalar un número suficiente de meses adicionales permitieron que su calendario se apartase del ciclo normal de 19 años, lo que dio como resultado el comienzo del año en una fecha muy adelantada y que entonces, por causa de una relación más estrecha con el judaismo que resurgía en Palestina, corrigieron el error intercalando el 13er. mes con más frecuencia. Facilmente podría haber ocurrido esto, pero la evidencia se basa en fechas dobles no concluyentes o discutidas. Si esto hubiera ocurrido, sería interesante conocer la causa. Posiblemente se hubiera debido a que en el sur de Egipto, la cosecha de cebada, más precoz que en Palestina, no podía servir de guía.

6.03. El problema de reconstruir un antiguo calendario

Ya que se conoce el calendario egipcio de este período, puede ubicarse el equivalente juliano de la fecha egipcia. Aunque se desconozca el año, puede derivarse del sincronismo de la fecha lunar con la solar, porque la fecha lunar, que se desplaza al menos 10 días en un año, sólo puede concordar con la fecha solar egipcia aproximadamente una vez en 25 años. En esta forma estos papiros de doble fecha pueden fecharse según el calendario juliano AC. Usando estas fechas establecidas como puntos de referencia, puede reconstruirse la tabulación del calendario judío usado en Egipto durante buena parte del siglo V, con un mayor grado de precisión de lo que puede lograrse con el calendario babilónico, aunque puede bosquejarse este calendario con aproximación, durante un período mucho mayor. Con referencia a los calendarios egipcio y juliano, ver CRONOLOGIA BÍBLICA.

Puesto que las fechas de muchos de estos papiros pueden fijarse con una variación máxima de un día, en cada caso se conocen las fechas de todo ese mes con la misma precisión. Existe la posibilidad de la discrepancia de un día, o acaso dos, en la fecha exacta de los otros meses de ese año, si el comienzo del mes dependía aún de la observación de la Luna. El tiempo de la luna nueva astronómica, es decir de su conjunción, puede calcularse en base a tablas lunares modernas para cada uno de estos meses, pero varía el intervalo entre la conjunción invisible y la luna nueva visible. Si deseamos ubicar las fechas de los antiguos meses judíos, podemos computar por tablas astronómicas el momento de la conjunción en cualquier año de la antigüedad, y calcular el primer día del nuevo mes tomando en cuenta la hora de la conjunción, según la hora de Jerusalén y la velocidad angular de la Luna. Pero nunca podemos estar seguros de haber logrado reconstruir con precisión ese antiguo año calendario según se empleaba entonces, porque no podemos estar seguros de conocer todos los factores variables en la observación de la creciente, ni tampoco sabremos si durante el período comprendido por los papiros arameos de Elefantina se computaba el año por cálculo o por observación.

R.A. Parker y W. H. Dubberstein¹ han reconstruido un bosquejo de la cronología babilónica, comenzando en 626 AC. En esa monografía han publicado tablas babilónicas de calendario que abarcan varios siglos, basadas en ciertas fechas fijas y ciertos registros documentales de la intercalación del 13er. mes, y reforzadas por fechas computadas. Estas tablas son muy útiles como aproximación. Los autores admiten que no existe total certeza en cuanto a la ubicación del 13er. mes intercalado, lo que permite un error de un día de más o de menos en algunos de los meses. Esta sería una aproximación aceptable para la reconstrucción de un antiguo calendario lunar.

Ya que hay tantos elementos variables implicados en la ubicación del primer día del mes, la de los días restantes de cada mes tiene la misma inseguridad. En consecuencia, la luna llena (que puede ubicarse exactamente por cómputo astronómico) no siempre ocurre en el mismo día del mes lunar. En el período de estos papiros variaba entre el día 13 y el 15 del mes.

Aun en los casos en que un antiguo documento fije, sin lugar a dudas, una fecha lunar o una serie de fechas, no puede reconstruirse el calendario más allá de ese mismo año sin que exista la posibilidad de errar por un mes, a menos que se conozca la ubicación del 13er. mes. No fue sino en el siglo IV AC cuando los babilonios regularizaron la intercalación de los 7 meses adicionales dentro del ciclo de 19 años. No sabemos si los judíos siempre intercalaron el mes a intervalos regulares.

Sin embargo, cuando existen antiguos documentos, podemos tener relativa certeza. Si tenemos tablillas babilónicas que nos indican que determinado año tuvo 13 meses, los meses del calendario de ese año babilónico pueden identificarse con razonable seguridad. Y si tenemos un sincronismo que identifique un día de un mes lunar dado con el día de un calendario conocido, como ocurre en el caso de los papiros de doble fecha de Egipto, pueden incluso conocerse los días de ese mes. Por esta razón, durante un buen período del siglo V AC puede reconstruirse con precisión aproximada el calendario judío usado por los autores de estos papiros. Tal calendario, ha sido reconstruido por Lynn H. Wood y Siegfried H. Horn, ² y muestra el primer día de cada mes judío del 472 al 400 AC.
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¹ Parker, Richard A., y Dubberstein, Waldo H. Babylonian Chronology, 626 B.C.-75 A.D. 2d ed., Providence, R. 1.: Brown University Press, 1956. 47 págs. Contiene una tabulación del primer día de cada mes del calendario babilónico durante este período, según cálculos hechos con las tablas de la luna nueva, que indican los meses intercalados (decimoterceros) que se conocen por aparecer en antiguos documentos. Es útil la presentación aproximada de las fechas del calendario lunar de Babilonia, aunque existe la posibilidad de un error de un día en algunos meses debido a ciertos factores dudosos.* Además, al usar estas tablas babilónicas para determinar fechas relativas a Palestina, es posible encontiar a veces dos clases de discrepancias: (1) un día de diferencia, si el cuarto creciente podía verse en Jerusalén un día antes que en Babilonia debido a la diferencia de longitud; y (2) sin mes de diferencia si el decimotercer mes no se insertaba siempre al mismo tiempo en los calendarios babilónico y judío.

* Al calcular el tiempo exacto de una conjunción que ocurrió hace tantos siglos, existe una cierta incertidumbre inevitable causada por variaciones en los movimientos de la Luna en relación con la Tierra. Esta incertidumbre ha sido estimada de diversas maneras por los astrónomos: en dos o tres horas, o más a menudo, en unos pocos minutos. Este es un alto grado de exactitud, pero una diferencia aun de pocos minutos, si ésta desplaza los primeros momentos en que se hace visible el cuarto creciente para colocarlo antes o después de la puesta de la luna, puede determinar que el primer día del mes lunar sea un día antes o un día después de lo calculado.

² Horn, Siegfried H., and Wood, Lynn H. The Chronology of Ezra 7. 2d ed. rev. Washington: Review and Herald, 1970. 192 págs. Esta obra que versa en primer lugar sobre otro tema, contiene capítulos sobre "Antiguos calendarios civiles", "El calendario hebreo preexílico" y "El calendario judío postexílico", como también una detallada explicación de las fechas de los papiros de Elefantina. Aunque trata indirectamente del calendario, judío, presenta documentos y opiniones autorizadas en muchos puntos específicos que tienen que ver con este tema.

6.02. Se retienen los calendarios locales bajo el gobierno persa

Cuando Ciro el persa conquistó Babilonia, no la incorporó a Persia bajo un gobierno provincial. Anexó el reino a su primer dominio y tomó el título de rey de Babilonia, además de su título como rey de Media y de Persia.

En Babilonia, los persas adoptaron el idioma y la cultura del país como también el calendario babilónico. Los sacerdotes babilonios, custodios del conocimiento astronómico acumulado a través de los siglos, y del sistema del calendario, prosperaron bajo la protección persa e hicieron nuevos progresos en la regulación del calendario.

De la misma manera, cuando Cambises, hijo de Ciro, anexó Egipto al Imperio Persa, dispuso que continuara el sistema de gobierno egipcio, pero se hizo coronar rey de Egipto. Entonces gobernó el país por medio de un gobernador que era nominalmente el virrey del "faraón" persa. Se retuvieron el sistema legal del país y el calendario egipcio.

En épocas posteriores, los romanos siguieron la misma política de permitir el uso de varios calendarios locales más antiguos en las provincias orientales, aunque finalmente en todo el imperio se ajustaron esos calendarios para que coincidieran con el año juliano de 365 días y 1/4 ; se conservaron los nombres habituales de los meses, pero se ajustó la duración de los mismos para que coincidiera con los meses romanos de 30 y 31 días.

Parece que bajo el gobierno persa en Egipto se preparaban los documentos de acuerdo con las leyes locales, y se los fechaba según el calendario del lugar.

Los papiros de Elefantina, con pocas excepciones, llevan la fecha del día y del mes egipcios, y el año de reinado del rey persa computado según el calendario solar egipcio (comenzado a partir del mes de Thoth). Esto era razonable, pues no se podía esperar que dos ciudadanos comunes que firmasen un contrato en Egipto pudiesen saber cuándo debían realizar el pago o cuándo vencería un contrato, si se daban las fechas de acuerdo con un calendario extranjero.

Pero los documentos en cuestión -los papiros de Elefantina- fueron redactados por judíos que vivían en una comunidad judía y que usaban su propio calendario, diferente del de Egipto. Por lo tanto, muchos de estos papiros llevan fecha doble, no sólo según el calendario oficial egipcio, sino también según el calendario judío.

Por ejemplo, uno de ellos está fechado "en el día 18 de Elul, es decir el día 28 de Pajons, año 15 del rey Jerjes". Esto significa que el documento fue firmado en un día que era el 18 del mes lunar judío de Elul y también el 28 del mes egipcio Pajons, en el año 15 del rey persa Jerjes.

Otro dice: "En el 24 de Sebat, año 13, que es el día 9 de Athyr, año 14 de Darío [II] el rey ". Aquí se dan dos años. En el calendario judío la fecha caía en el año 13, pero en el calendario egipcio ya había comenzado otro año. Por lo tanto, la misma fecha caía en el año 13 de Darío II, según el cómputo judío, y en el año 14 del mismo rey, según el cómputo egipcio.

Estas fechas dobles muestran que los diversos pueblos del Imperio Persa usaron sus propios calendarios, aunque bajo este imperio los egipcios retuvieron -como siempre lo habían hecho- su calendario solar de 365 días, (calendario que finalmente legaron a Roma, y por medio de ésta, a nosotros).

Además, los judíos como minoría en Egipto, tenían libertad para usar su propio calendario, aunque fuese diferente del egipcio. La fecha legal de estos documentos parece haber sido la egipcia, porque cuando aparece una sola fecha es generalmente la egipcia, en la cual se computa el año de reinado según el calendario egipcio. Sin embargo, muchos de estos papiros llevaban fecha doble, tanto la egipcia como la judía.

6.01. Documentos judíos provenientes de Egipto

El documento mencionado al final de la entrada anterior, es uno de más de 100, escritos sobre papiros en arameo. Fueron hallados en la isla de Elefantina, en el río Nilo, en las ruinas de una guarnición fronteriza colonizada por mercenarios judíos y sus familias.

Estos papiros arameos de Elefantina (a veces llamados erróneamente papiros de Asuán) forman una de las colecciones de documentos antiguos más interesantes. Hay testamentos, títulos de propiedad, contratos, cartas y otros documentos del siglo V AC, el siglo de Esdras y Nehemías.

Entre estos documentos, además de aludirse a los asuntos públicos y particulares de los judíos residentes en la isla, también hay mención de temas tan interesantes como los judíos en Palestina, la pascua, un funcionario mencionado en la Biblia, y un templo judío construido en Elefantina por los colonos.

Estos papiros, algunos de los cuales aún estaban enrollados y con su sello, nos muestran la forma exacta del idioma que hablaban los judíos después del exilio: el arameo, muy similar al hebreo, que se usaba internacionalmente en Babilonia y en todo el Imperio Persa. También nos revelan la ortografía y la caligrafía, la tinta y el "papel" que se empleaban cuando los exiliados regresaron a Palestina. Contienen la fraseología legal de un decreto similar a los que se citan de los archivos persas en el libro de Esdras: los mismos pasajes arameos del libro de Esdras que algunos críticos citaban como pruebas de que dicho libro, según ellos, no era auténtico.

Los antiguos papiros de Elefantina hicieron surgir diferencias de opinión entre los eruditos, y hasta algunos los consideraron como falsificaciones por la forma insólita en que muchos de ellos llevan la fecha. Se trata de una fecha doble, expresada según dos calendarios diferentes, cuyos años de reinado algunas veces parecen no coincidir. Pero estas fechas dobles constituyen una excelente prueba de su autenticidad, porque sincronizan las fechas del calendario egipcio con las del judío, de manera que podemos calcular el día exacto cuando fueron escritas. Estas fechas confirman la cronología de los reinados de ese período según se computa en el Canon de Tolomeo.

Los colonos judíos de Elefantina habían estado en Egipto antes de que Cambises, sucesor de Ciro, conquistase al país y lo transformara en parte del Imperio Persa. No sabemos si llegaron como exiliados después de que Nabucodonosor destruyó a Jerusalén, como lo habían hecho los que se llevaron consigo al profeta Jeremías. Pero las referencias que en estos documentos se hacen a la religión revelan las mismas condiciones que Jeremías había deplorado: la mezcla de paganismo con el culto a Jehová. En el templo judío de Elefantina se adoraba a Jehová junto con las deidades paganas.

No sólo resultan interesantes las fechas y los contenidos de estos documentos judíos, sino que las fechas nos proporcionan información acerca del calendario judío del período.

5.06. El año postexílico en la Biblia

Ezequiel no deja en claro si los años de su era, comenzando con el exilio de Joaquín, se computaban a partir de Nisán o de Tishri, o si se los contaba por aniversarios de la fecha del cautiverio del rey. Pero si Ezequiel computó el año a partir de la primavera, como generalmente se cree, puede haber procedido así porque vivía en Babilonia y usaba el calendario oficial babilónico, en el cual el año comenzaba con Nisanu (Nisán). De ser así, su sistema no hubiera tenido nada que ver con la práctica judía.

Se cree generalmente que Hageo, y también, posiblemente, su contemporáneo y colega Zacarías (aunque en este caso no hay seguridad), usaron el año contado a partir de la primavera, porque si los acontecimientos narrados en Hageo 1: 1 y 2: 1, 10 están en orden cronológico, los meses 7º y 9º siguieron al 6º mes del 2º año de Darío, lo que no podría haber ocurrido si en el 7º mes se hubiese comenzado un nuevo año.

El libro de Ester, que identifica a Nisán como 1er. mes, Siván como 3º y Adar como 12º, no aclara la forma en que computaban los judíos el comienzo del año, puesto que las fechas en este libro aparecen en relación con actos oficiales de los magistrados del gobierno persa. Quizá esos acontecimientos estaban fechados según el calendario babilónico, adoptado por los gobernantes persas desde el momento cuando Ciro conquistó Babilonia.

En tiempos de Esdras y Nehemías (Esdras y Nehemías fueron originalmente un solo libro), hay pruebas de que los judíos que habían vuelto a Palestina contaban los años del rey a partir del otoño, probablemente según el calendario civil cuyo año comenzaba en Tishri.

Nehemías menciona el mes de Kislev (Quisleu o 9º mes) como anterior a Nisán (el 1er. mes) en el 20º año de Artajerjes (Nehemías 1: 1; 2: 1). Evidentemente computaba así como se habían computado los años de reinado en el antiguo reino de Judá, a partir del 7º mes, el de Tishri, y no de acuerdo al año nuevo persa, en Nisán.

Aunque los acontecimientos mencionados en estos dos meses sucedieron en el palacio del rey persa, el libro no fue escrito hasta después de que Nehemías fuera a Jerusalén para reconstruir allí la comunidad judía. En tal situación - durante la restauración de una administración judía en la antigua capital de Judá - era natural que hubiese un resurgimiento de patriotismo y un retorno al antiguo calendario y año de reinado de Judá.

Además, el documento de una colonia judía en Egipto, escrito en el mismo siglo de Esdras y Nehemías, indica que también los judíos de Egipto usaban un calendario cuyo año comenzaba en el otoño.

5.05. Los nombres postexílicos de los meses

Después del regreso del exilio, se adoptaron los nombres babilónicos de los meses, con ligeras variantes ortográficas. En lo que se refiere al comienzo del año, parece que en los libros postexílicos de la Biblia se usa tanto el cómputo que empieza en otoño como el que empieza en primavera.

Debe recordarse que de cualquier manera que se calcule el año, Nisán siempre es el 1er. mes, Tishri el 7.º y Adar el 12.º. Así el año civil comienza con el 7.º mes y termina con el 6.º. Esta correlación de los meses y los equivalentes aproximados en nuestro calendario, aparecen en la siguiente tabla:



5.04. La Luna y el mes lunar observado

Es variable el intervalo entre la luna nueva astronómico y la luna nueva visible (o creciente), con la cual los antiguos semitas comenzaban cada mes de su calendario lunar observado. Mientras la Tierra gira en torno al Sol una vez en un año, la Luna gira en torno de la Tierra 12 veces y fracción. Durante cada revolución de la Luna (lo que marca un mes lunar), ese cuerpo pasa entre la Tierra y el Sol, y también por el lado de la Tierra opuesto al Sol.

Cuando vemos frente al Sol el hemisferio lunar que está completamente iluminado por la luz solar, decimos que la Luna está "llena". Cuando pasa entre nosotros y el Sol, no la vemos porque el hemisferio que nos muestra no está iluminado. Cuando sale de entre la Tierra y el Sol, y se hace visible en forma decreciente porque vemos el borde de su parte iluminada, decimos que hay "luna nueva".

A fin de comprender esto mejor, visualicemos una línea imaginaria que una el centro de la Tierra y el centro del Sol. Mientras la Luna gira en torno de nuestro globo, su trayectoria está sobre un plano diferente, inclinado con relación al plano de la órbita de la Tierra. Por lo tanto, algunas veces está por encima del plano de la órbita terrestre, y otras veces por debajo del mismo cuando cada mes pasa entre nosotros y el Sol y cruza el plano de la órbita terrestre en que se encuentra la línea Tierra-Sol. Cuando ocasionalmente la Luna pasa directamente entre la Tierra y el Sol, de modo que su sombra se proyecta directamente sobre nuestro globo, los observadores que están dentro de esa sombra ven su disco negro que oscurece parte del Sol o la totalidad del mismo en un eclipse solar. La mayor parte de las veces, cuando no cruza la línea Tierra-Sol, no se oscurece el Sol, pero permanece invisible; por lo tanto, el momento exacto del cruce (llamado conjunción por los astrónomos) no puede observarse. El momento de la conjunción (la luna nueva astronómica) aparece en algunos almanaques y calendarios, simbolizado por un disco enteramente negro.

Pero no es común que la luna nueva se haga visible en la misma noche del día marcado "luna nueva" en el almanaque. Cuando la Luna entra en conjunción durante el día, está demasiado cerca de esa línea con el Sol como para verse esa misma noche después de la puesta del Sol. Sólo después de un intervalo -de aproximadamente un día y medio- se aleja aparentemente lo suficiente del Sol como para que se observe fácilmente la parte de su superficie iluminada con la forma que adopta en creciente. Cuando se hace visible la luna creciente, puede verse en una parte de la Tierra justamente después de la puesta del Sol; pero los observadores en otra parte del globo, más hacia el este, para quienes la Luna ya se habrá puesto, no podrán ver la luna nueva hasta la próxima noche. Por eso el mes lunar, comenzado al observar la luna nueva, algunas veces podía comenzar, por ejemplo, un día antes en Egipto o Jerusalén que en Babilonia.

El intervalo entre la conjunción y la luna creciente visible varía no sólo por la hora de la conjunción y el lugar de observación, sino también porque la velocidad de la Luna es variable. El movimiento angular aparente de la Luna, unido a los factores antes expuestos, puede alargar el tiempo en que se pueda observar la luna nueva, quizá hasta 2 ó 3 días. Además, las condiciones atmosféricas afectan la visibilidad, y en ciertas estaciones la luna nueva puede estar enteramente cubierta de nubes en la primera noche; por eso, un mes lunar de 29 días podría calcularse en 30 días y así el comienzo del nuevo mes se demoraría un día.

5.03. Cálculo de los meses "versus" observación

La cuestión del 13er. mes surgía sólo una vez cada dos o tres años, pero el asunto del comienzo del mes estaba siempre presente. Sobre todo después del cautiverio, cuando la mayoría de los judíos permanecieron en Babilonia, se convirtió en un problema muy real lograr que todos los fieles observaran juntos las nuevas lunas y las fiestas.

La diferencia en el fechado de documentos era cosa de poca monta, pero para los piadosos resultaba espantosa la posibilidad de que algún judío pudiese profanar un día sagrado mientras otros lo observaban.

La santidad del templo y el prestigio del sacerdocio hicieron que los judíos de Babilonia buscaran la solución de este problema en Palestina. Así el calendario postexílico, aun el que seguían los judíos que durante siglos permanecieron en Babilonia, era regulado desde Jerusalén.

El primer día del mes -al menos después de cada mes de 29 días- era anunciado por señales de fuego repetidas de cerro en cerro para hacer llegar la noticia a las zonas distantes de Palestina, y aun hasta Babilonia. Pero después los samaritanos encendieron falsas señales, un día antes de tiempo, y los judíos que vivían a gran distancia de Jerusalén comenzaron un nuevo mes después de 29 días, cuando ese mes debía haber tenido 30 días. Por eso las señales ígneas fueron reemplazadas por mensajes llevados por corredores o correos.

En Egipto, donde no se podían usar las señales de fuego, y posteriormente en todos los países fuera de Palestina, los judíos comenzaron a celebrar las nuevas lunas y las fiestas en dos días seguidos, para estar ciertos de observar el día debido. Ni siquiera era seguro que un mes que seguía a uno de 29 días tendría 30 días. Esta duda respecto al comienzo del mes llevó a la observancia de dos días: el 30 y el siguiente. En Roma esta costumbre era bien conocida.

Horacio se refirió en sus Sátiras ( i. 9. 67-70) al "tricesima sabbata" o sea "sábado del día 30.º" de los judíos:

Horacio: Ciertamente no sé porque desean hablar en secreto conmigo, decías.

Fusco: Recuerdo bien, pero déjame hablar en mejor momento; hoy es tricesima sabbata: ¿Quieres ofender a los judíos de la circuncisión?

Una vez que la duración de los meses se estableció mediante cálculos, podía saberse por anticipado el número de días que tenían sin depender de la observación directa; pero no sabemos cuándo se realizó el cambio de la observación a una sucesión regular de meses de 30 y de 29 días. Tenemos muchas pruebas directas en cuanto al calendario postexílico, por documentos fechados de los judíos hallados en Egipto, pero la evidencia de estas fuentes ha dado lugar a diferencias de opinión sobre la cuestión del cálculo versus la observación.

Es probable que los funcionarios encargados del calendario hubieran empleado métodos para calcular mientras retenían aún la costumbre de llamar testigos para que informasen la aparición de la luna nueva cada mes, o al menos en el mes de Nisán. Tales procedimientos tradicionales naturalmente se deben haber seguido mucho tiempo después de que ya eran innecesarios.

Durante el período cuando el mes dependía de la observación de la luna nueva, o al menos de su confirmación por testigos, había incertidumbre en los lugares distantes en cuanto a la fecha exacta dentro del mes, porque por ciertos factores variables la aparición de la luna nueva no podía predecirse.

El hecho de no verse la luna nueva al atardecer después del día 29 del mes, podía indicar que el mes debía tener 30 días; también podía indicar que las condiciones atmosféricas, desfavorables para la visibilidad, impedían que se la viese antes en Jerusalén que en otras partes. Además, la diferencia de longitud entre Palestina y Babilonia podía hacer que algunas veces la luna nueva fuese visible en Jerusalén, cuando ya se había puesto en Babilonia.

Estos elementos de incertidumbre influyeron aún después de computarse la luna nueva astronómico, llamada "la Luna en conjunción".

5.02. El ciclo de 19 años

La adopción de un ciclo de 19 años pudo haber sido muy útil para fijar por adelantado el día de la pascua. Mientras no se pudiera anunciar la intercalación del 13er. mes hasta comprobar que la cosecha de la cebada coincidía con el mes de Adar, no podía conocerse el mes de la pascua con suficiente antelación como para evitar inconvenientes a los que trazaban planes para asistir. Pero al tener un ciclo de 19 años, podrían haber intercalado los 7 meses adicionales en un orden regular a intervalos de 2 ó 3 años, para mantener así la pascua dentro de la época de la cosecha de la cebada. El calendario podría haberse regulado sistemáticamente, y el año de 13 meses, dado a intervalos predeterminados dentro de cada ciclo, podría haber sido conocido siempre de antemano.

Este ciclo de 19 años puede explicarse como una expresión de la relación entre el año solar y el lunar. Un lapso de 235 meses lunares equivale casi exactamente (con diferencia de una o dos horas) a 19 años solares. Pero 19 años lunares de 12 meses cada uno sumarían 228 meses, y no 235. Por lo tanto, si se agrega un mes lunar 7 veces en 19 años, el 19.º año lunar concluirá junto con el 19.º año solar. Por ejemplo, si el equinoccio de primavera cayera en el 1.º de Nisán en cierto año, volvería a caer en el 1.º de Nisán 19 años más tarde.

Los babilonios perfeccionaron ese ciclo tras larga experimentación. Hacia comienzos del siglo IV AC intercalaban el mes adicional siempre en los mismos años de cada ciclo de 19 años: un segundo Addaru (Adar) en lo que llamamos años 3.º, 6.º, 8.º, 11.º, 14.º y 19.º, y un segundo Ululu (Elul) en el 17.º año. (Se sabe cuáles años tenían 13 meses, pero no cuál de ellos era denominado primero del ciclo por los babilonios; de ahí que los números asignados a estos años sean arbitrarios.) Sin embargo, al parecer los judíos nunca usaron un segundo Elul, sino sólo el segundo Adar. No puede determinarse con exactitud cuándo adoptaron el ciclo de 19 años.

Ya que ese ciclo se conocía en Babilonia mucho antes de la era cristiana, y muchos judíos vivieron allí desde el siglo VI AC, parecería poco probable que los rabinos encargados del calendario ignorasen los principios del cálculo del calendario hasta el momento de introducirse el calendario fijo, mucho después del tiempo de Cristo. Es probable que tales principios se hubieran conocido mucho antes de abandonarse el método tradicional. Hasta el tiempo de la destrucción del templo, la cosecha de la cebada era el elemento principal del calendario; pero más tarde, y sobre todo cuando los judíos fueron expulsados de Jerusalén, era más importante tener un sistema de cálculo uniforme para usar en lugares muy distantes entre sí.

Aunque en ningún momento se habla en la Biblia de un ciclo de 19 años, la coincidencia de la cosecha de la cebada con la pascua daba como resultado automático un promedio de 7 meses adicionales en 19 años. De este modo las leyes de las fiestas, sin especificar ninguna regla en cuanto al cálculo del calendario, servían para regular en forma natural y sencilla el calendario palestino.

5.01. Los judíos y el calendario babilónico

Cuando los judíos volvieron a Palestina tras el exilio babilónico, llevaron consigo en forma modificada los nombres babilónicos de los meses. Por ejemplo, Abib se tornó Nisán, de Nisanu, primer mes del año babilónico. Algunos especialistas piensan que sólo después del exilio los hebreos comenzaron a intercalar un segundo Adar -el 13er. mes- para corregir el calendario. Pero la pascua debía sincronizarse con la cosecha de la cebada. Por lo tanto, desde los tiempos más remotos debe haberse usado un 13er. mes o su equivalente. Resulta claro que los israelitas no fueron fieles en la observancia de la ley levítica, pero no hay razón para suponer que nunca celebraron la pascua en el transcurso de los siglos.

Algunos piensan que los exiliados hebreos adoptaron directamente el calendario babilónico, incluyendo su ciclo de 19 años, y su sistema exacto de intercalar meses adicionales. Hay pruebas documentales de que después del cautiverio los judíos usaron el equivalente del ciclo de 19 años, es decir, la intercalación de 7 meses adicionales en 19 años; pero no hay prueba de que hubieran adoptado la costumbre babilónico de intercalar un segundo Elul (el 6.º mes) algunas veces en lugar de un 2.º Adar. Los eruditos judíos siempre han sostenido que sólo se usó el segundo Adar. Otros eruditos concuerdan en que en esto se diferenciaron de los babilonios. Quizá la razón de ello fue que la repetición del 6.º mes, Elul, en vez del 12.º, Adar, hubiera introducido un intervalo irregular entre las fiestas de primavera y otoño, causando así confusión en la asistencia de los judíos a sus fiestas otoñales.

La Biblia no da ninguna evidencia directa sobre esto, pero la orden de observar la pascua en el 1er "mes", el "mes de las espigas", y de observar 3 fiestas en el 7.º mes, es un poderoso argumento de que las fiestas de otoño debían realizarse 6 meses después del mes de las espigas, y de que no hubo irregularidad en el lapso de Nisán a Tishri.

En realidad, no tendría sentido un segundo Elul dentro del calendario hebreo, porque la necesidad de intercalar un 13er. mes sólo surgía de la exigencia de que Nisán concordara con la cosecha de la cebada. Esto podía lograrse mejor intercalando un segundo Adar, justamente antes de Nisán. No habría sido ventajoso el ubicar el mes adicional 6 meses antes si con esta anticipación se hubiese podido predecir la necesidad de hacerlo, y hubiera tenido la desventaja de interrumpir la sucesión normal de los meses de fiesta.

4.08. El año de 360 días no es literal sino simbólico

Puesto que da lugar a equívocos, debe explicarse que la Biblia no da ninguna indicación de que el año profético* de 12 meses de 30 días hubiese tenido relación alguna con el año calendario hebreo.

Existen algunas pocas antiguas tradiciones que dicen que antes el año tenía 360 días. No queda claro si esto es meramente un reflejo del año solar egipcio, descontando los 5 días adicionales al final, o si se refiere a un auténtico año de 360 días que no armonizó nunca ni con la Luna ni con las estaciones. Pero no hay hechos sólidos sobre los cuales basar tal método de cómputo, y de ninguna manera se lo puede atribuir a los hebreos, quienes siempre parecen haber relacionado el mes con la luna nueva.

La mención de un período de 150 días durante el diluvio, que parece haber correspondido con 5 meses, no significa necesariamente que el calendario antediluviano conocido por Noé tuviese meses uniformes de 30 días cada uno.

También se ha interpretado que el período indica un año lunar desacostumbrado o un año solar de 365 días (ver La cronología del diluvio). Sea como fuere, nada tiene que ver con el calendario lunar usado mucho después por los hebreos.


Es imposible hacer armonizar un año de 360 días y meses de 30 días con los meses medidos por la Luna. Por la misma naturaleza del caso, un año o un mes profético, donde está implicado el principio de día por año, debe contener un número fijo de días simbólicos si se ha de conocer la duración del período. Un período profético tal no puede basarse en un calendario lunar cuyos meses y años son variables. Puede entenderse un cómputo de meses teóricos de 30 días cada uno, y a la verdad esto resulta lógico, pues en tiempos posteriores las expresiones judías implican que el mes debía tener 30 días.

Los judíos hablaban de dos tipos de meses: el "completo", de 30 días, y el "hueco", o deficiente, de 29 días. Es posible, aunque de ello no hay evidencia, que los hebreos hubieran usado para el comercio un mes teórico de 30 días, como lo hicieron los babilonios. Aún hoy calculamos los intereses de una suma de dinero como si los meses tuviesen todos 30 días, aunque ya se sabe que no todos los tienen.
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* No se da directamente en la Biblia la duración del año ni del mes proféticos, pero ello puede deducirse de varios períodos proféticos que son equivalentes. Ya que en estas profecías 3 1/2 tiempos corresponden con 1260 días (Apocalipsis 12: 6, 14), y 42 meses son también 1260 días (Apocalipsis 11: 2, 3), deben ser períodos de igual duración. Puesto que los 42 meses son 3 1/2 años, los 3 1/2 tiempos deben ser también 3 1/2 años. Además, ya que los 3 1/2 años y los 42 meses equivalen a 1260 días, es evidente que un año de este tipo tiene 360 días, y un mes, 30. Muchos de los que escribieron sobre profecía, en el siglo XIX, creyeron que el año profético de 360 días era el año calendario judío, pero no entendían la naturaleza del calendario lunar usado por los hebreos. No deberían citarse tales afirmaciones anticuadas. El mes y el año proféticos se basan en la Biblia misma.

4.07. Duraciones variables de los años lunares

Debe notarse que en todos estos diferentes métodos de calcular los años, la unidad de medida era evidentemente el año lunar de 12 meses, corregido periódicamente para corresponder con el año solar o de las estaciones mediante la intercalación de un 13er. mes.

El año común de 12 meses constaba de 354 días; pero la corrección hecha para armonizar con la Luna exigía algunas veces un año de 355 días, mientras que la corrección periódica para lograr la armonía con el año solar exigía la adición de otro mes y el alargamiento de ciertos años a 383 ó 384 días.

Esta corrección, aplicada en forma regular para corresponder con la cosecha de la cebada, nunca permitía que el año se alejara más de un mes de su coordinación con las estaciones. Por eso el número de años del calendario judío de un largo período, siempre equivalía al número de años solares, según las estaciones.

4.06. Años sabáticos y de jubileo

Una de las características de las leyes hebreas era la orden de que descansara la tierra cada 7.º año.

Así como el 7.º día era el sábado semanal para el hombre, el 7.º año, al final de una "semana" de años, era el reposo sabático para la tierra, cuando no debía haber siembra ni siega (Levítico 25: 2-7, 20-22).

El 7.º año era también el "año de remisión" de deudas (Deuteronomio 15: 1-15).

Entonces, después de 7 "semanas" de años, el 50,º era el año de jubileo, cuando no sólo se debía liberar a todos los esclavos hebreos, sino que todas las tierras vendidas durante el período (con ciertas excepciones) debían volver a sus dueños originales o a sus herederos (Levítico 25: 8-17, 23-34, 47-55).

El propósito de esta medida era mantener intactas las herencias familiares, a fin de que los ricos nunca pudiesen comprar todas las tierras y dejar una clase social sin heredades. Los eruditos difieren en sus opiniones en cuanto a si el 50,º año se agregaba a los 49, o si mediante un cómputo inclusivo era también el 1er. año del ciclo siguiente.

Se dice específicamente que el 50.º año comenzaba en otoño. Aunque no se lo especifica, es evidente que el 7.º año era similar, no sólo porque estaba en la misma serie del 50.º, sino también porque un año en el cual no había siembra ni siega necesariamente debía coincidir con el año agrícola.

Se tocaban las trompetas para anunciar el jubileo en el día de la expiación, el 10 del 7º mes (Levítico 25: 9). Puesto que no hay ninguna relación lógica entre el año del jubileo y el ritual del día de la expiación es probable que los rabinos posteriores tuvieran razón al decir que estos años coincidían con el año del calendario civil que comenzaba el 1.º de Tishri.

Las órdenes especiales del jubileo, que comprendían la restauración de propiedades y esclavos, se hacían efectivas al final del día 10 de Tishri en lugar del 1.º, ya que los primeros 10 días del año estaban dedicados a los festejos de año nuevo. El jubileo se contaba desde cuando empezaban las ocupaciones regulares del año civil, en el día que comenzaba con el atardecer al final del día de expiación, el 10 de Tishri.

4.05. Los años de reinado se computaban a partir del otoño

En tiempos de los reyes hebreos se acostumbraba designar los años enumerándolos en serie a través del reinado de cada rey diferente.

Los acontecimientos estaban fechados con la siguiente fórmula:

"El día_____ del mes_____ del año_____del rey ".

Existe la evidencia de que estos años de reinado se computaban a partir del otoño, quizá desde el 1.º de Tishri, en el reino hebreo unido (durante el reinado de Salomón), y posteriormente en el reino de Judá, en tiempos de Josías.

Por otra parte, en el reino de Israel, al norte, parece haberse usado el año comenzado en primavera para computar los años.

El cómputo de Israel no está indicado directamente en la narración bíblica, pero parece deducirse en forma razonable de los sincronismos entre los reinados sucesivos de los reyes de los dos reinados, según lo registran los libros de los Reyes.

Inmediatamente después del cautiverio hay pruebas poco concluyentes de que se computaban los años de reinado a partir de la primavera, según la costumbre babilónica, pero cuando se restableció la comunidad judía y se reavivó el espíritu nacional bajo Esdras y Nehemías, encontramos una evidencia directa de que el año de reinado se computaba a partir del otoño (véase el blog sobre CRONOLOGÍA BÍBLICA).

Los años de reinado usados para fechar los acontecimientos eran computados como lo habían sido bajo el reinado de Judá, pero usándose el nombre de los reyes persas, de quienes eran súbditos entonces los judíos.

4.04. El año civil comenzaba en Tishri

Como se consideraba que el ciclo de las estaciones comenzaba en otoño con el retorno de las lluvias vivificadoras, la idea básica del año nuevo parece haberse centrado en el otoño. Por eso era inevitable que se considerase que el año civil comenzaba en Tishri, aunque los meses siempre se contaban a partir de Nisán.

La importancia de Nisán radica en el hecho de que toda la coordinación del calendario con las estaciones era determinada por la ubicación del primer mes en el tiempo de la cosecha de la cebada. Era lógico llamar primero al mes que seguía al 13.º intercalado, porque de esa manera la sucesión de los números nunca se interrumpía.

Pero el realce que se daba al 1.º de Tishri, como principal comienzo del año, resalta por el sonar de las trompetas, los sacrificios especiales, que sobrepasaban a los del 1.º de Nisán, y por la relación de ese día con el día de juicio.

4.03. Año agrícola

En Palestina y los países vecinos, el año agrícola siempre ha comenzado en otoño. Después de secarse el pasto de primavera y de haberse calcinado el suelo por el largo verano, las lluvias otoñales mojan la tierra para que se la pueda sembrar. Esta es la lluvia temprana, que comenzaba tal vez en octubre y aumentaba en noviembre. La época de las lluvias duraba todo el invierno, acabando con la "lluvia tardía" de primavera, que llevaba el grano a su maduración (ver Deuteronomio 11: 14; Jeremías 5: 24; Oseas 6: 3; Joel 2: 23).

La cosecha de cebada en Palestina comienza a mediados o fines de abril, y la de trigo en el mes siguiente, seguida por las frutas de verano, luego las uvas y aceitunas al final de verano y en otoño. Desde abril/mayo hasta octubre hay tiempo seco para realizar las diferentes cosechas. Las ínfimas lluvias registradas entre mayo y octubre indican que la escasa humedad representada por los promedios de lluvia caída hace que esos meses deban considerarse secos*.

El único calendario que nos llega del período preexílico de Israel es una placa de piedra del siglo en que vivió Salomón. Fue hallada en Gezer, ciudad que el rey de Egipto tomó de los cananeos y regaló a su hija, la esposa de Salomón.

Sobre este fragmento de piedra caliza se encuentra escrito el resumen de un calendario agrícola, que comienza en otoño. El "Calendario de Gezer" no da los nombres de los meses, pero enumera las principales actividades realizadas por el agricultor durante cada mes.

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*PROMEDIO DE LLUVIA CAÍDA EN JERUSALÉN, EN MM
Enero: 162,81 - Febrero: 128,27 - Marzo: 106.17 - Abril: 40,64 - Mayo: 6,35 - Junio: 0,20 - Julio: 0,00 - Agosto: 0,10 - Septiembre: 0,76 - Octubre: 9,40 - Noviembre: 60,45 - Diciembre: 140,46. Total anual: 655,61.

4.02. "El fin del año" en otoño

Aun en el libro de Éxodo, donde se designa a Abib en primavera como primer mes del año ("sagrado"), hay evidencias de que el año antiguo y más conocido comenzaba en otoño. Son referencias al "fin" del año celebrado en esa estación. Sin embargo, la diferencia no es grande, pues todo año comienza donde termina el anterior. La fiesta de la cosecha o de los tabernáculos, en el 7.º mes (Tishri), aparece como "salida del año":

"También celebrarás la fiesta de las semanas, la de las primicias de la siega del trigo, y la fiesta de la cosecha a la salida del año" (Éxodo 34: 22)¹.

También se la llama la "fiesta de la cosecha a la salida del año":

"También la fiesta de la siega, los primeros frutos de tus labores, que hubieres sembrado en el campo, y la fiesta de la cosecha a la salida del año, cuando hayas recogido los frutos de tus labores del campo" (Éxodo 23: 16)¹.

Ya que celebraba la abundancia del año agrícola recién terminado, se dice que ocurría al final del año, aunque en realidad comenzaba 15 días después de fin de año, al comienzo del año civil que empezaba el 1.º de Tishri.
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¹ Las dos palabras que se traducen "salida del año" en estos versiculos son tequfah, que significa "círculo", "rotación", "cumplimiento", y tse'th, que significa "salida". La segunda es más exacta, pues el 7º mes del año religioso es la "salida" del nuevo año civil. En contraste con la "salida" del año en otoño se llama a la primavera "retorno", o "vuelta (teshubah de shub, 'volver') del año" (1 Reyes 20: 22, 26 BJ).

Si se considera que el comienzo del año es su salida para recorrer el circuito de los meses, el punto de regreso cuando comienza a volver al punto de partida será, por lo tanto, un punto a la mitad del recorrido, o sea seis meses más tarde, en la primavera.

Otro ejemplo del uso de la palabra teshubah que muestra que este punto de regreso indicaba la primavera aparece en 2 Samuel 11:1 "Aconteció al año siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la guerra, que David envió a Joab, y con él a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas, y sitiaron a Rabá; pero David se quedó en Jerusalén" (RVR 1960)

Donde la RVR reza: "al año siguiente" el hebreo dice literalmente "el retorno del año" ["a la vuelta del año", BJ]. Se define esta época del año como "el tiempo que salen los reyes a la guerra". Se sabe bien que en el antiguo Cercano Oriente se iniciaban las campañas militares casi exclusivamente en primavera y continuaban en el verano, la época seca, cuando se reducían las dificultades de transporte. Encontramos registros antiguos que se refieren a las campañas anuales de los reyes de Egipto, Asiria y Babilonia. Por lo tanto, la "salida" del año (otoño) como también la "vuelta del año" (BJ), o sea la primavera, se refieren a un año que comienza en otoño.

4.01. El año - Comienzos en primavera y otoño

El año del calendario cananeo comenzaba en el otoño [del hemisferio norte] como el año civil judío. Es posible que los patriarcas lo hubieran usado mientras estuvieron en Canaán, antes de que Jacob y su familia fueran a Egipto o que los israelitas lo adoptaran de sus vecinos después del éxodo. La primera alternativa parece más probable, puesto que en el libro de Éxodo Moisés mismo se refiere al comienzo del año en otoño.

Los hebreos combinaron la numeración de los meses a partir de la primavera, tal como se instituyó en el éxodo, con el año que comenzaba en otoño; de esa manera obtuvieron un cómputo doble: el año "sagrado", que comenzaba en el primer mes, y el año civil, que comenzaba con el séptimo.

Josefo dice que el cómputo antiguo se hacía a partir del otoño, pero que "Moisés designó a Nisán, es decir Xántico [el nombre correspondiente en macedonia], como el primer mes para las fiestas, porque en ese mes sacó a los hebreos de Egipto. También computó este mes como comienzo del año en todo lo que se relacionaba con el culto divino, pero para las compras y las ventas y otros asuntos comunes, conservó la antigua costumbre" (Antigüedades i. 3. 3).

3.06. Fiesta de la cosecha o de los tabernáculos

Después venía la gozosa fiesta de la cosecha o de los tabernáculos, para celebrar la terminación del ciclo agrícola con la vendimia y la cosecha de aceitunas. Durante esta fiesta, la gente vivía en "tabernáculos" o enramadas de ramas verdes, en conmemoración de su anterior peregrinación como nómades (Lev. 23: 34-43; Deut. 16: 13-15).

Esta fiesta se iniciaba con un día de reposo ceremonial el día 15 de Tishri, y duraba 7 días. Era seguida de otro día de reposo, una "santa convocación", el día 22 (podría llamarse la octava de los tabernáculos). La fiesta de la cosecha era la tercera de las fiestas anuales, cuando debían reunirse todos los varones de Israel en Jerusalén (ver Exo. 23: 16, 17; 34: 22, 23).

La tabulación LOS MESES, LAS FIESTAS Y LAS ESTACIONES DE LOS HEBREOS da para cada mes el tiempo de su comienzo, las fechas de las fiestas y los principales acontecimientos de la estación. Por ejemplo, el primer mes, Abib (Nisán del postexilio), comienza con la luna nueva de marzo o abril; en el primer día, el 10.º y el 14.º día, se celebran, respectivamente, la nueva luna, la selección del cordero, la pascua, etc.; y ese mes señala, aproximadamente, la época de las lluvias tardías, de la cosecha de la cebada, etc.

3.05. Día de la expiación (Yom Kippur)

El 10.º día del 7.º mes, el día de la expiación (Yom Kippur), era, y sigue siendo, el día más solemne del año. No sólo era día de reposo ceremonial, sino también día de estricto ayuno (Lev. 23: 27- 32). Según el Talmud babilónico,* el 1.º de Tishri (día de año nuevo) simboliza el juicio:

Mishnah. En las cuatro estaciones se dicta sentencia [divina] sobre el mundo: en Pascua, con referencia a los productos agrícolas; en Pentecostés, con respecto a las frutas; al año nuevo todas las criaturas pasan delante de él [Dios] como hijos de Marón...

Gemara... Se ha enseñado: "Todos son juzgados en el día de año nuevo y su suerte es sellada en el día de la expiación..."

R. Kruspedai dijo en nombre de R. Johanan: Se abren [en el cielo] tres libros en el día de año nuevo: uno para los que son totalmente malvados, uno para los que son totalmente justos, y uno para los intermedios. Los que son totalmente justos son inscritos inmediata y definitivamente en el libro de la vida; los que son totalmente malos son inscritos inmediata y definitivamente en el libro de la muerte. La suerte de los del grupo intermedio queda en suspenso desde el día de año nuevo hasta el día de la expiación. Si lo merecen, se los inscribe en el libro de la vida; si no lo merecen, se los inscribe en el libro de la muerte (The Babylonian Talmud, traducción al inglés de Soncino, tratado Rosh Hashanah, 16.ª, págs. 57, 58; los corchetes están en el original).


Los judíos todavía consideran que los diez primeros días del año, hasta el día de la expiación, son algo así como una continuación de la festividad de año nuevo, un período de gracia adicional durante el cual todavía pueden ser perdonados los pecados del año anterior, una especie de extensión del plazo para ajustar cuentas con Dios. Aún en nuestro tiempo el día de expiación es considerado día de juicio, ya que ofrece la última oportunidad de arrepentirse.

En la antigua ceremonia del día 10.º, el santuario era limpiado de todos los pecados del año anterior, siendo éstos quitados para siempre de la congregación en forma simbólica (Lev. 16), y en ese día se daba la última oportunidad para el arrepentimiento. El que no tuviese en orden sus cuentas con Dios era cortado para siempre.

En el día de la expiación se tocaban las trompetas para anunciar el año 50.º, el año del jubileo (Levítico 25: 9, 10), y probablemente también los años sabáticos.
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* El Talmud es una colección de tradiciones judías recopiladas entre los siglos II y V DC. Consta de dos partes: (1) Mishnah, una codificación de la ley oral judía, dividida por temas en diversos tratados, completada a fines del siglo II, y (2) Gemara, comentario, exposición y debate sobre las diversas diversas seciones de la Mishnah. Se trabajó en el Talmud tanto en Jerusalén como en Babilonia. Se terminó el Talmud de Jerusalén en el siglo IV, y el babilónico, el más completo de los dos, más o menos un siglo más tarde.

3.04. Día de las trompetas o año nuevo (hoy: Rosh Hashanah)

Seis meses después de la pascua comenzaba la serie de fiestas otoñales con el tocar de trompetas en el 1er. día del 7.º mes (Tishri). Ese día, más tarde llamado Rosh Hashanah, "cabeza o comienzo del año", era un día de reposo ceremonial:

"Habla a los hijos de Israel y diles: En el mes séptimo, al primero del mes tendréis día de reposo, una conmemoración al son de trompetas, y una santa convocación. Ningún trabajo de siervos haréis; y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová" (Levítico 23: 24, 25).

"En el séptimo mes, el primero del mes, tendréis santa convocación; ninguna obra de siervos haréis; os será día de sonar las trompetas" (Números 29: 1).

En él se celebraba el comienzo del año civil. Este día de año nuevo era señalado no sólo con el son de trompetas, sino también con sacrificios especiales, cuyo número era casi dos veces mayor que el de los sacrificios habituales en las lunas nuevas (Núm. 29: 1-6; cf. cap. 28: 11-15;

Sin embargo los meses siempre seguían contándose a partir de Nisán, de acuerdo con lo que Dios había mandado en el éxodo, porque la correlación del año con las estaciones dependía de la luna nueva de Nisán en referencia a la cosecha de cebada. Pero el año civil y agrícola, como también los años sabáticos y de jubileo, comenzaban según el cómputo más antiguo, con Tishri, el 7.º mes.

Si pareciera extraño que se comenzara el año en el 7.º mes, cabe recordar que hoy en día, en muchos países del hemisferio sur, las actividades docentes comienzan en marzo. Por eso se habla de un "año escolar" que empieza en nuestro 3er. mes. En el hemisferio norte, lo natural es que el "año escolar" principie en septiembre, nuestro 9.º mes. De igual manera, los judíos festejan el día de año nuevo el 1.º de Tishri, al comienzo del 7.º mes.

3.03. Pentecostés, o fiesta de las semanas

Siete semanas después del día de la gavilla mecida, en los primeros días del 3er. mes (más tarde llamado Siván), se efectuaba la fiesta de las semanas, en la cual se festejaba la cosecha de trigo con la presentación de panes en el templo:

"Contaréis siete semanas cumplidas desde el día que sigue al sábado, desde el día en que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida. Hasta el día siguiente al séptimo sábado contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano a Jehová. De vuestras habitaciones llevaréis dos panes como ofrenda mecida, que serán de dos décimas de efa de flor de harina, cocidos con levadura, como primicias para Jehová. Junto con el pan ofreceréis siete corderos de un año, sin defecto, un becerro de la vacada y dos carneros: serán el holocausto para Jehová, además de su ofrenda y sus libaciones, ofrenda de olor grato que se quema a Jehová. Ofreceréis además un macho cabrío como expiación, y dos corderos de un año en sacrificio de ofrenda de paz. El sacerdote los presentará como ofrenda mecida delante de Jehová, con el pan de las primicias y los dos corderos; serán cosa consagrada a Jehová para el sacerdote. En este mismo día convocaréis una reunión santa; ningún trabajo de siervos haréis. Estatuto perpetuo os será, dondequiera que habitéis, por vuestras generaciones" (Levítico 23: 15-21. RV 1995).

"Siete semanas contarás; desde que comience a meterse la hoz en las mieses comenzarás a contar las siete semanas. Y celebrarás la fiesta solemne de las Semanas en honor de Jehová, tu Dios, presentando tus ofrendas voluntarias según lo abundantes que hayan sido las bendiciones de Jehová, tu Dios. Te alegrarás delante de Jehová, tu Dios, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, el levita que habita en tus ciudades, y el extranjero, el huérfano y la viuda que viven entre los tuyos, en el lugar que Jehová, tu Dios, haya escogido para poner allí su nombre. Acuérdate de que fuiste siervo en Egipto; por tanto, guardarás y cumplirás estos estatutos" Deuteronomio 16: 9-12. RV 1995).

Más tarde esta fiesta fue llamada Pentecostés, porque caía 50 días (inclusive) después de la presentación de la gavilla mecida (Levítico 23: 16). Este era otro día de reposo ceremonial, una fiesta que exigía la presencia de cada hebreo varón (Deuteronomio 16: 16).

Generalmente se calculaba que ocurría en el 6.º día del 3er. mes (Siván), porque ése era el día 50.º (inclusive) contando a partir del 16 de Nisán, cuando los 2 primeros meses tenían 30 y 29 días respectivamente, cosa muy probable y aun segura después de que se fijó el número de días en cada mes.

3.02. Fiesta de los panes sin levadura

El día 15 del 1er. mes era el primero de los 7 días de esta fiesta:

"La fiesta de los panes sin levadura guardarás. Siete días comerás los panes sin levadura, como yo te mandé, en el tiempo del mes de Abib, porque en él saliste de Egipto; y ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías" (Éxodo 23: 15)

"La fiesta de los panes sin levadura guardarás; siete días comerás pan sin levadura, según te he mandado, en el tiempo señalado del mes de Abib; porque en el mes de Abib saliste de Egipto" (Éxodo 34: 18).

"A los quince días de este mes es la fiesta solemne de los Panes sin levadura en honor a Jehová; siete días comeréis panes sin levadura. El primer día tendréis santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis. Durante siete días ofreceréis a Jehová ofrendas quemadas. El séptimo día será de santa convocación y ningún trabajo de siervo haréis. Habló Jehová a Moisés y le dijo: Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, y seguéis su mies, traeréis al sacerdote una gavilla como primicia de los primeros frutos de vuestra siega. El sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptados. El día siguiente al sábado la mecerá. Y el día que ofrezcáis la gavilla, sacrificaréis un cordero de un año, sin defecto, en holocausto a Jehová. Su ofrenda será dos décimas de efa de flor de harina amasada con aceite, ofrenda que se quema con olor gratísimo para Jehová; y su libación será de vino, la cuarta parte de un hin. No comeréis pan, ni grano tostado, ni espiga fresca, hasta este mismo día, hasta que hayáis ofrecido la ofrenda de vuestro Dios. Estatuto perpetuo os será por vuestras generaciones, dondequiera que habitéis" (Levitico 23: 6-14. RV 1995)

"No comerás con ella pan con levadura; siete días comerás con ella pan sin levadura, pan de aflicción, porque aprisa saliste de tierra de Egipto; para que todos los días de tu vida te acuerdes del día en que saliste de la tierra de Egipto. Y no se verá levadura contigo en todo tu territorio por siete días; y de la carne que matares en la tarde del primer día, no quedará hasta la mañana. No podrás sacrificar la pascua en cualquiera de las ciudades que Jehová tu Dios te da; sino en el lugar que Jehová tu Dios escogiere para que habite allí su nombre, sacrificarás la pascua por la tarde a la puesta del sol, a la hora que saliste de Egipto. Y la asarás y comerás en el lugar que Jehová tu Dios hubiere escogido; y por la mañana regresarás y volverás a tu habitación. Seis días comerás pan sin levadura, y el séptimo día será fiesta solemne a Jehová tu Dios; no trabajarás en él" (Deuteronomio 16: 3-8. RV 1995).

Era un día de reposo de una fiesta especial, en el cual no se debía trabajar (Levítico 23: 6, 7.

Este no era un sábado semanal, el 7.º día de la semana. Caía en un día fijo, el 15 de Nisán, y en consecuencia en diferente día de la semana todos los años. Era el primero de los siete días de reposo ceremoniales relacionados con el ciclo de las fiestas anuales de los cuales se dice específicamente que debían celebrarse "además de los sábados de Jehová" (Lev. 23: 38 RV 1995).

"El día siguiente al sábado la mecerá" (Levítico 23:11 RV 1995) es decir al día siguiente del día de descanso ceremonial después de la pascua o sea el 16 de Nisán, se realizaba la ceremonia de la gavilla mecida, las primicias de la cosecha de cebada. Antes de realizarse esta ceremonia no se debía comer del grano nuevo. La fiesta de los panes sin levadura concluía el día 21 con otro día de reposo ceremonial: "Durante siete días ofreceréis a Jehová ofrendas quemadas. El séptimo día será de santa convocación y ningún trabajo de siervo haréis" (Levítico 23: 8 RV 1995).

3.01. Las fiestas religiosas - Pascua

La serie de fiestas religiosas que servía de base para el calendario judío comenzaba en el primer mes, con la pascua. En el día 10.º cada familia o grupo escogía un cordero y lo encerraba hasta sacrificarlo el día 14.º. Antes de este día se eliminaba todo vestigio de levadura de las casas en preparación para la fiesta de los panes sin levadura. Entonces, en la tarde del día 14.º, "por la tarde a la puesta del sol" (Deut. 16: 6), se sacrificaban los corderos pascuales.

Cuando se estableció el templo, todos los sacrificios, incluido el cordero pascual, debían sacrificarse allí (Deut. 16: 5, 6). Todo judío varón de más de 12 años debía asistir, y muchas mujeres y niños iban por voluntad propia.

Miles de peregrinos se reunían anualmente en Jerusalén para la pascua y los siete días de la fiesta de panes sin levadura. (Muchas veces se usaba el término "pascua" para referirse a todo el período).

2.08. La cosecha de la cebada como clave

A fin de mantener la correlación del mes de Abib con la cosecha de la cebada, se hacía necesario intercalar ocasionalmente un 13er. mes, tan pronto como se hubiesen acumulado suficientes días de diferencia (cada dos o tres años), como para hacer que el primer mes llegase demasiado pronto para que el cereal estuviese maduro para la pascua.

Sirva de ilustración este ejemplo hipotético: los israelitas cruzaron el Jordán y celebraron la primera pascua en Canaán en la época de la cosecha (Josué 4: 19; 5: 10-12). Al año siguiente la fiesta habría ocurrido unos 11 días antes en relación con la época de la maduración del cereal; y al tercer año unos 22 días antes. Al tercer año (y con mayor razón en el cuarto), el 16 de Abib ya no habría caído dentro del tiempo de la cosecha de la cebada, y no habría podido ofrecerse una gavilla de grano maduro. Por lo tanto, en ese año el mes que hubiera tenido que ser el 1er mes del año habría sido un mes 13.º, más tarde llamado Veadar (Heb. wa'adar, literalmente, "y Adar"), un segundo Adar. A la siguiente luna nueva comenzaría Nisán*, para que en el día 16 hubiese ya cebada madura. No hay pruebas del uso del 13er. mes en tiempos de Josué, pero debe haber ocurrido algo así si los israelitas siguieron literalmente las instrucciones en cuanto a la gavilla mecida.

La tradición judía posterior nos informa que los sacerdotes responsables de hacer la decisión examinaban la cosecha en el 12.º mes, y cuando parecía que la cebada no estaría madura para el día 16 del mes siguiente, anunciaban que el siguiente mes sería llamado Veadar, y que el mes siguiente a este segundo Adar sería Nisán, el 1er mes.

Muchas autoridades sostienen que en todo el período bíblico el mes judío se basó en la observación directa de la Luna, y que la intercalación del segundo mes de Adar era determinada por la cosecha de cebada en Judea. Otros encuentran evidencia de que en el período postexílico se seguía un método arbitrario de calcular: un esquema regular de meses de 30 días y de 29 días, y el ciclo de 19 años. De todos modos, aún después de haberse introducido un sistema de calendario por cálculos regulares, es probable que lo hubieran controlado y regulado por las observaciones astronómicas durante mucho tiempo.

De esta manera los años instituidos en el éxodo comenzaban con Abib o Nisán, mes que se hacía coincidir con la cosecha de la cebada mediante la intercalación de un 13er. mes cada dos o tres años.
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* Ya que se ha introducido aquí Veadar como el nombre del 13er. mes, se empleará en adelante el nombre Nisán para el primer mes, como también los otros nombres de los meses adoptados de los babilonios después del exilio. La Biblia generalmente designa los meses por número y no menciona sino cuatro nombres preexílicos. A fin de evitar la dificultad de recordar dos nombres para cada mes, es mejor usar los nombres más conocidos usados por los judíos desde el exilio hasta el presente. Debe recordarse, sin embargo, que no se usaban estos nombres durante el periodo que estamos estudiando.

2.07. El año regulado por las fiestas

Los hebreos no necesitaban ciclos astronómicos para corregir su año calendario mientras guardasen la pascua como se prescribía en la ley.

Puesto que Dios deseaba dar a los israelitas un sistema de fiestas anuales para enseñarles lecciones religiosas en relación con los acontecimientos de las estaciones, les proporcionó un sistema de calendario que les permitiera saber por adelantado los tiempos regulares de estas reuniones y así pudiesen observar esas fiestas en su debida estación.

El sistema lunar, similar al que se había usado durante mucho tiempo en Mesopotamia, era fácil de seguir mediante la observación de la Luna. Aun las correcciones periódicas necesarias podían determinarse fácilmente.

Cuando salieron de Egipto, los israelitas no habían acumulado ningún sistema de conocimientos astronómicos en los cuales basar un sistema de fechas, y Dios no dio a Moisés ninguna complicada instrucción técnica para regular el calendario.

Indicó que el "mes de las espigas" debía ser el primer mes (Abib o Nisán) y, a partir de ese punto, las sencillas directivas para las fiestas de primavera proporcionaron la base de un calendario preciso.

La clave de la corrección del año lunar y su armonía con el año de las estaciones debían encontrarse en las reglas que unían la pascua y la fiesta de los panes sin levadura con Abib, el "mes de las espigas" (Deuteronomio 16:1; Éxodo 23:15; 34:18), y con el comienzo de la cosecha.

Debía ofrecerse una gavilla de grano maduro como primicia durante la fiesta de los panes sin levadura (Levitico 23:10-14), después de lo cual podía comerse de la nueva cosecha de cebada.

Por esta razón, la mitad del mes de Abib no debía ocurrir demasiado pronto, cuando no pudiera aún comenzarse la cosecha de cebada, el primer cereal que maduraba en Palestina. Tampoco debía presentarse demasiado tarde, porque la fiesta de las semanas, siete semanas más tarde, debía realizarse durante la cosecha de trigo, ya que ésta era la fiesta "de las primicias de la siega del trigo" (Éxodo 34:22; cf. Levitico 23: 15-17; Deuteronomio 16:9, 10).

Las referencias al tiempo de la fiesta de los tabernáculos o de la cosecha en el 7.º mes, al final de la cosecha y de la vendimia (ver Éxodo 23: 16; Levitico 23: 34, 39), son menos específicas. Sin dar lugar a equivocación, se recalca el tiempo exacto del mes de Abib en primavera, mes del cual partía la numeración de todos los otros.

2.06. Años lunisolares

En la ley no se menciona específicamente el número de meses que debía tener el año (en lo que atañe a un período posterior, ver 1 Reyes 4:7), aunque lo más probable es que hubiera tenido 12 meses como los calendarios de Egipto y Mesopotamia.

El 13er. mes lunar era siempre la repetición de uno de los 12.

Los 12 meses lunares terminaban aproximadamente 11 días antes que el año solar completo computado desde el mismo punto de partida. Por lo tanto, en determinada serie de años, no necesitaban pasar muchos años de 12 meses lunares (como el que usan los musulmanes hoy día) con 11 días menos que el año solar hasta que el comienzo del año ocurriera en otra estación.

Sumándose esta diferencia todos los años, en aproximadamente 33 años el año nuevo volvía a la misma fecha del calendario solar. De esta manera, en un siglo se contaban 103 años. Es evidente el efecto que esto tenía sobre la cronología. Pero no se conoce ningún calendario semítico de tiempos antiguos que hubiese seguido durante muchos años sin la corrección necesaria.

En Babilonia se hacía el reajuste mediante la intercalación periódica de un mes cada pocos años. Se repetía el 6.º ó el 12.º mes. Al comienzo se lo hacía en forma un tanto irregular, llegándose posteriormente a un ciclo de 19 años.

Un calendario lunar de 12 y 13 meses, aplicado de esta manera al año solar, lleva el nombre de año lunisolar. Varía dentro del mes en relación con las fechas exactas en el calendario solar.

Por esta razón, la fecha de pascua de resurrección, fechada originalmente por la pascua judía, y calculada todavía hoy por el calendario lunar, varía de año en año; pero siempre más o menos dentro del límite de un mes. Sin embargo, el año lunisolar usado por los mesopotamios y judíos era más correcto que el calendario solar de los egipcios, que computaba el año de 365 días y no tenía año bisiesto, pues en una larga serie de años sufría el año egipcio un desplazamiento de estaciones.

Es cierto que el año egipcio de 365 días era más preciso que el judío o babilónico de 354 ó 384 días, pero el error menor del calendario egipcio nunca era corregido, y el día perdido cada cuatro años se iba acumulando. Por otra parte, el calendario lunisolar, con su mayor variante cada año, sufría correcciones periódicas, y de esta manera determinado número de años judíos equivalía a la misma cantidad de años solares del mismo período.

Nunca podía haber un año adicional después de 33 años hebreos, porque cada año judío tenía una pascua festejada en relación con la cosecha, y en 33 años sólo puede haber 33 cosechas.

2.05. Longitud del mes

Nada se dice en cuanto al número de días comprendidos en un mes.

En épocas posteriores la duración de los meses y los intervalos entre años de 13 meses se calculaban por reglas astronómicas, y se formó un calendario fijo y sistematizado. Pero al principio los meses deben haberse determinado por la observación directa de la Luna.

Puesto que las fases de la Luna se repiten cada 291/2 días, aproximadamente, la luna nueva reaparecía al atardecer, al concluir el día 29.º ó 30.º del mes.

Generalmente la duración de los meses alternaba entre 30 y 29 días, pero podían ocurrir variantes. No sólo se trata de las leves variantes en el movimiento de la luna que afectan la uniformidad de los intervalos, sino que las condiciones atmosféricas pueden impedir la visibilidad de la luna nueva.

En los escritos judíos posteriores se informa que era costumbre buscar la Luna nueva al final del 29.º día. Si se la veía después de la puesta de sol, se calculaba como primero del mes entrante el día que se iniciaba; si no se la veía aún, o si había nubes, ese día era el día 30.º.

Al día siguiente del 30.º siempre comenzaba un nuevo mes, aun si la luna estaba oculta tras las nubes. De este modo, podía producirse una secuencia de dos o aun tres meses de 30 días, aunque esto no era habitual. Los musulmanes hoy día cuentan sus meses por la observación de la Luna (en sus relaciones con el mundo occidental usan también el calendario gregoriano). De esta manera, puede ocurrir que en localidades aisladas la fecha lunar se halle un día adelantada o atrasada en relación con la fecha de una aldea vecina.

Pero los judíos, que vivían en una zona relativamente pequeña, parecen haber tenido un sistema centralizado y controlado por los sacerdotes en Jerusalén. La tradición sostiene que los que avistaban la luna nueva avisaban con señales de fuego que había comenzado el nuevo mes, y estas señales se transmitían de cerro en cerro para que todo Israel pudiese comenzar junto el nuevo mes.

En tiempos posteriores, y con seguridad en la forma revisada del calendario adoptado después de Cristo, los 6 meses desde Nisán hasta Elul tenían alternadamente 30 y 29 días, y cualquier reajuste exigido por la observación de las fases de la Luna se hacía en otra parte del año, para que los intervalos entre las fiestas fuesen siempre los mismos. Tales reajustes no se habrían hecho si el comienzo del mes hubiese dependido todavía de la observación de la luna nueva.

Cuando David dice que "mañana será nueva luna" (1 Samuel 20:5), no implica necesariamente que los meses se fijaban por cálculos adelantados.

David podría haber hecho el cálculo partiendo del mes anterior sin equivocarse en más de un día, o podría haber hablado en el día 30, en el que necesariamente el mes debía terminar.

No tenemos datos para saber en qué momento se adoptó un sistema de cálculos regulares, pero es probable que esto no ocurrió sino en épocas posteriores.

Las fechas de los documentos escritos en las tablillas de arcilla en Babilonia, muchos siglos después de David, no muestran ninguna sucesión fija de meses de 30 y de 29 días, y los cómputos babilónicos hechos con anticipación, con respecto a un mes definido, a menudo dejaban un día de margen.

2.04. Nombres preexílicos de los meses

Tenemos escasas informaciones en cuanto a los meses judíos antes del exilio babilónico.

Había 12 meses (1 Reyes 4:7), pero no conocemos sus nombres, fuera de los del 1er mes, Abib (Éxodo 13:4; 23:15; 34:18; Deuteronomio 16:1), el 2.º, Zif (1 Reyes 6:1), el 7.º, Ethanim (1 Reyes 8:2), y el 8.º, Bul (1 Reyes 6:38).

Estos eran indudablemente nombres cananeos. Se han hallado inscripciones fenicias que mencionan los nombres Ethanim y Bul. No es de sorprender, puesto que el hebreo y el cananeo eran idiomas muy similares. Antes del exilio, la Biblia se refiere más a menudo a los meses por número que por nombre (Éxodo 12:2; 16:1; 19: 1; 1 Reyes 12:32; Jeremías 28:1; 39:2).

2.03. El mes regulado por la Luna

Las dos palabras hebreas traducidas "mes" son:

(1) yeraj, palabra relacionada con yaréaj, "Luna", y

(2) jódesh, literalmente "la nueva", que se refiere a la "luna nueva", o sea el "día de la luna nueva", y por lo tanto un mes lunar, de la raíz jadash, "renovar". Yaréaj se usa poco, la palabra común es jódesh.

El mes cuando los israelitas salieron de Egipto fue establecido como el primero del año. Se lo llamó Abib, el "mes de las espigas" de cereal. Era el mes del comienzo de la cosecha en Palestina. Más tarde se lo llamó Nisán, nombre que perdura hasta hoy:

"La fiesta de los panes sin levadura guardarás. Siete días comerás los panes sin levadura, como yo te mandé, en el tiempo del mes de Abib, porque en él saliste de Egipto; y ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías" (Éxodo 23: 15).

"La fiesta de los panes sin levadura guardarás; siete días comerás pan sin levadura, según te he mandado, en el tiempo señalado del mes de Abib; porque en el mes de Abib saliste de Egipto" (Éxodo 34: 18).

"Guardarás el mes de Abib, y harás pascua a Jehová tu Dios; porque en el mes de Abib te sacó Jehová tu Dios de Egipto, de noche" (Deuteronomio 16: 1).

"En el mes primero, que es el mes de Nisán, en el año duodécimo del rey Asuero, fue echada Pur, esto es, la suerte, delante de Amán, suerte para cada día y cada mes del año; y salió el mes duodécimo, que es el mes de Adar" (Ester 3: 7).

Evidentemente se trataba de un mes lunar al cual los hebreos estaban ya acostumbrados, pues nada se dice en cuanto a la institución de un nuevo tipo de mes. Si se hubiese cambiado de un mes solar a uno lunar, se habría necesitado dar alguna clase de instrucción sobre la manera de calcular el nuevo mes. La única innovación era que "este mes" debía ser el primero, ya que presumiblemente no lo había sido antes.

El primer día del mes era considerado especial, y se lo celebraba al son de trompetas y con sacrificios adicionales:

"Y en el día de vuestra alegría, y en vuestras solemnidades, y en los principios de vuestros meses, tocaréis las trompetas sobre vuestros holocaustos, y sobre los sacrificios de paz, y os serán por memoria delante de vuestro Dios. Yo Jehová vuestro Dios" (Números 10: 10).

"Al comienzo de vuestros meses ofreceréis en holocausto a Jehová dos becerros de la vacada, un carnero, y siete corderos de un año sin defecto; y tres décimas de flor de harina amasada con aceite, como ofrenda con cada becerro; y dos décimas de flor de harina amasada con aceite, como ofrenda con cada carnero; y una décima de flor de harina amasada con aceite, en ofrenda que se ofrecerá con cada cordero; holocausto de olor grato, ofrenda encendida a Jehová. Y sus libaciones de vino, medio hin con cada becerro, y la tercera parte de un hin con cada carnero, y la cuarta parte de un hin con cada cordero. Este es el holocausto de cada mes por todos los meses del año" (Números 28: 11-14).

Se menciona con frecuencia la luna nueva junto con los días de reposo y días de fiestas:

"El dijo: ¿Para qué vas a verle hoy? No es nueva luna, ni día de reposo*. Y ella respondió: Paz" (2 Reyes 4: 23).

"No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo,* el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas" (Isaías 1:13, 14).

"Y de mes en mes, y de día de reposo* en día de reposo*, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová" (Isaías 66: 23).

Un incidente de la época de David muestra que el mes comenzaba con el día de luna nueva:

Después que Saúl hubo intentado quitarle la vida, David probó las intenciones del rey hacia él ausentándose de la mesa real en la fiesta de la nueva luna. Saúl no dijo nada el día de luna nueva, pero su ira explotó cuando el lugar de David estuvo vacío también "el segundo día de la nueva luna":

"David, pues, se escondió en el campo, y cuando llegó la nueva luna, se sentó el rey a comer pan. Y el rey se sentó en su silla, como solía, en el asiento junto a la pared, y Jonatán se levantó, y se sentó Abner al lado de Saúl, y el lugar de David quedó vacío. Mas aquel día Saúl no dijo nada, porque se decía: Le habrá acontecido algo, y no está limpio; de seguro no está purificado. Al siguiente día, el segundo día de la nueva luna, aconteció también que el asiento de David quedó vacío. Y Saúl dijo a Jonatán su hijo: ¿Por qué no ha venido a comer el hijo de Isaí hoy ni ayer?" (1 Samuel 20: 24-27).

Es pues evidente que el primer día del mes, tal como sería de esperar en un calendario lunar, era el día de luna nueva (cuando se veía la luna nueva, no la fecha astronómico de la luna nueva).
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*Aquí equivale a sábado.

2.02. La semana marcada por el sábado

La semana había sido divinamente señalada, aun antes de darse la ley, por la doble porción de maná que caía en el 6.º día y la ausencia del mismo en el 7.º (Éxodo 16).

Este fue el único elemento del calendario conservado en el Decálogo, porque el sábado tiene aspectos morales que no están relacionados con fecha y calendarios.

Es una señal de lealtad al Creador, y le fue revelado a Israel como parte de la ley moral y como un símbolo de santificación (Éxodo 31:13) no sólo como señal del poder creador de Dios sino también de su poder de crear de nuevo.

Por lo tanto, la semana es independiente de todos los calendarios. No tiene el propósito de computar fechas. El sábado no depende de ningún año ni mes del calendario.

2.01. El día de tarde a tarde

Para el hebreo el día comenzaba al atardecer, como se ve claramente por la regla de que el día 10.º del 7.º mes debía comenzar con la puesta del sol del día 9.º :

"Día de reposo será a vosotros, y afligiréis vuestras almas, comenzando a los nueve días del mes en la tarde; de tarde a tarde guardaréis vuestro reposo" (Levítico 23:32).

La terminación del día al ponerse el sol queda demostrada por las directivas para la purificación. El que estuviese ceremonialmente impuro durante 7 días, cumplía ciertas ceremonias purificadoras el día 7.º, y quedaba limpio nuevamente "a la noche":

"Y cualquiera que tocare algún muerto a espada sobre la faz del campo, o algún cadáver, o hueso humano, o sepulcro, siete días será inmundo... Y el limpio rociará sobre el inmundo al tercero y al séptimo día; y cuando lo haya purificado al día séptimo, él lavará luego sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y será limpio a la noche" Números 19: 16, 19).

Del que estaba inmundo hasta la noche se dice que quedaba limpio "cuando el sol se pusiere":

"La persona que lo tocare será inmunda hasta la noche, y no comerá de las cosas sagradas antes que haya lavado su cuerpo con agua. Cuando el sol se pusiere, será limpio; y después podrá comer las cosas sagradas, porque su alimento es" (Levítico 22: 6, 7).

Entonces, es obvio que si el 7.º día de un período acaba a la puesta del sol, todos los días del período deben también terminar a la puesta del sol.

1.03. "Este mes os será principio de los meses"

Los hebreos heredaron los elementos del calendario de sus antepasados semíticos, quienes desde tiempos inmemoriales habían calculado sus meses según la Luna.

Suponemos que para Abrahán, como también para sus vecinos mesopotámicos de Ur, cada nuevo mes, y en consecuencia el primer día del mes, comenzaba con la aparición de la luna nueva al atardecer, y sus descendientes no tendrían por qué cambiar su práctica.

Aun mientras estuvieron en Egipto, no hubo necesidad de que abandonasen su día, que computaban de atardecer a atardecer, ni su mes lunar, para adoptar el calendario solar egipcio de 365 días, porque estos barbudos pastores semitas, que eran abominación para los egipcios, vivían aparte en Gosén siguiendo sus propias costumbres.

Aunque en buena medida habían descuidado el sábado , indudablemente conservaban el conocimiento de este día santo semanal y del mes lunar, porque aun un esclavo fabricante de ladrillos podía contar siete días y observar la aparición de la luna nueva.

Pero también es posible que se hubieran confundido en cuanto a cuál de las lunas nuevas debía marcar el comienzo del año calendario. Si acaso habían retenido el método de añadir periódicamente un mes, como lo hacían en Mesopotamia los babilonios y los asirios, no tenemos de ello registro. En verdad, esta práctica no se menciona en la Biblia, aunque es evidente que está implicada en el calendario mosaico.

Ya sea porque no sabían cuándo debía comenzar el año, o para apartarlos del culto pagano relacionado con el año cananeo que comenzaba en otoño [del hemisferio norte], Dios les señaló definidamente el mes de primavera cuando debían comenzar a computar el año.

Poco antes del éxodo le dijo a Moisés: "Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero de los meses del año" (Éxodo 12:2).

No hubo ninguna codificación sistemática del calendario, pero las leyes civiles y ceremoniales dadas mediante Moisés contienen referencias ocasionales a los elementos del calendario.